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La secta caprilista

€œQuand il me prend dans ses bras
Il me parle tout bas,
Je vois la vie en rose€
(Cuando él me toma en sus brazos
y me habla bajito
veo la vida en rosa)

Edith Piaf

No sólo mojarse de morado el dedito

Antes de causar alguna ferocidad prematura, pido disculpas por el título, confieso que lo use como fuego artificial para cautivar tu atención, amigo caprilista.

Aclaro, amigo caprilista, que no te siento mi enemigo ni lo eres. Estamos embarcados en el mismo naufragio histórico y remamos con la misma fuerza y dirección hacia la misma orilla (de libertad) para evitar el colapso total que significa el madurismo.

Anhelamos lo mismo, luchamos por lo mismo y nos enfrentamos a lo mismo: la perversión chavista. No lo esquives: la perversión chavista, su cinismo, su autocracia regordeta y nueva rica, su corrupción apoteósica, su traición y su destrucción apocalíptica.

No olvidemos: tú y yo no somos el problema; tú y yo somos, unidos, la solución. Pero hay que luchar, no sólo mojarse de morado el dedito, hay que luchar.

La rendición de Capriles

La frustración

Veamos por dónde comenzar este artículo: ¿por la frustración o por la esperanza?
 

Discurro pocos segundos mientras escribo y, por intuición, concluyo que es mejor comenzar por la frustración, no porque ésta sea lo que más pesa y consterna desde un punto de vista político, sino porque es la que sentimentalmente parte en pedazos nuestro corazón, y en la Venezuela que se nos desmorona ante los ojos hay que escribir con sentimiento; como los aztecas: con el corazón en la mano como rito.

Quienes me leen ya me conocen, no soy un mojigato ni finjo ser un erudito, esas banalidades se las dejo a las histéricas doñas académicas de la opinión pública venezolana que con sus reflexiones, consejos y sugerencias de los últimos treinta años han contribuido al hundimiento de la nación.

Hippies de su época, hippies eternos, están demasiado quemados para emitir un solo juicio de valor aceptable. Hay que dejarlos -dejarlas, a las histéricas doñas académicas-, que sigan pastando en su colina. No suman nada en su humareda alucinante. Nada.

Yo no disimulo ni me autoengaño, una lágrima tiene un origen más profundo que una sonrisa cuándo ésta se finge. Y cuando alguien se rinde, nos rinde, no se celebra, se duele.

Escribo con sentimiento.

Hubo un caminoé

El recurso civilizatorio del diálogo

Nadie en su sano juicio puede negarse al recurso civilizatorio del diálogo, ni siquiera en condiciones adversas. No es un tema de ingenuos ni de sumisos dialogar, es un tema de seres responsables.

El diálogo es el lubricante esencial de las relaciones humanas, mientras dialogamos nos civilizamos: mientras más diálogo más humanidad; mientras menos diálogo más barbarie.

En una democracia el diálogo es la costumbre, es el día a día; no es noticia, es lo cotidiano. Los políticos discuten, debaten, intercambian ideas, cotejan visiones y al final construyen acuerdos a través del diálogo.

La democracia hilvana el tejido social de la nación dialogando. El diálogo no sólo nos civiliza; nos humaniza. Hay que dialogar.

Venezuela o réquiem a la lucidez

€œHay una epidemia de ceguera€

José Saramago

 

Réquiem Aeternam (Dale descanso eterno)

Dale descanso eterno a la lucidez, Señor, que murió en nuestro país. Ella, su cuerpo muerto, va a ti.

Es difícil, muy difícil, escribir en condiciones tan desoladoras. Se nos arruga el alma de la frustración. Y que conste que no es un recurso literario mi sentimentalismo ni mi música, es una voz que emerge natural y la comparto nuevamente sin simulaciones. Es, otra vez, la voz a coro de la mayoría de los venezolanos, es de decir, es tu voz, es la voz de Venezuela, que se lamenta.

Kyrie Eleison (Señor ten piedad)

Señor ten piedad, Cristo ten piedad de ellos, porque yo no la tengo.

¿Simulaciones? Esas se las dejamos a los líderes de la MUD y sus victorias imaginarias. Es hora de que algunos mostremos, como es, sin oportunismos ni mariqueras electorales, nuestra arrechera o, en el peor de los casos, nuestro desconsuelo.

Venezuela se desmorona, y lo peor es que entre quienes nos oponemos radicalmente (sí de raíz) a ese desmoronamiento existen aún aquellos que por ignorancia o ligereza fortalecen, consolidan y hasta institucionalizan la caída. Colaboran con ella y le sonríen, se sienten victoriosos.

Padecemos una epidemia de ceguera.

Juan Gabriel y Maduro: idilio fatal

€œPerdona si te hago llorar.
Me enamorao, me enamorao.
Me enamoré.€

Juan Gabriel (Así fue)

 

Sábado Sensacional académico

Conocíamos la debilidad que sentía Hugo Chávez por Nicolás Maduro, debilidad que lo llevó al delirio romántico de nombrarlo su heredero: €œdesde mi alma, desde mi corazón, tan firme como la luna llena, lo más importante que tengo que decir es que Nicolás será mi sucesor€; lo que desconocíamos era la debilidad de Nicolás por Juan Gabriel.

¡Toda una revelación política!

Cuando observé al inefable Maduro llorar mientras Juan Gabriel le cantaba Las Mañanitas: €œA los €˜muchachos bonitos€™ se las cantamos as퀝, entendí que la formación académica de Nicolás Maduro había sido Sábado Sensacional y que bajo su régimen Venezuela lo que padecía era una agitada y escandalosa €œguerra de los sexos€.

Lo he intuido desde el inicio de la debacle chavista y lo he confirmado en cada acto del espectáculo histórico que ha ofrecido este año Nicolás: desde el plátano fálico enarbolando su campaña electoral, hasta la multiplicación de los penes.

Ese es Nicolás €œPatroclo€ Maduro, el guardaespaldas, chofer y amante de Hugo €œAquiles€ Chávez, su adorado semidios.

El dilema del voto el 8 de diciembre

Crisis existencial del voto

He decidido escribir esta larguísima exhortación después de haber realizado una irregular y poco representativa encuesta entre jóvenes universitarios -no chavistas- sobre su opción de votar o de abstenerse el próximo 8 de diciembre.

 

El resultado es alarmante no sólo porque muestra los niveles de desesperanza y frustración que vive el país, sino además por la confusión que gira alrededor del tema de votar o de no hacerlo.

 

Pregunté a 146 personas jóvenes de varias regiones del país si votarían el 8 de diciembre y tan sólo 14 de ellos me aseguraron que lo harían (un 10%); 10 me respondieron que probablemente (7%); y el resto 122 (el 83%) me aseguraron que no lo harían. La abstención tristemente vuelve a triunfar.

 

Los diferentes argumentos que esgrimen para abstenerse de votar sin ninguna duda son válidos, el más recurrente es la inutilidad del voto debido al fraude.

 

Este fenómeno, harto conocido entre jóvenes durante los tiempos de la cuarta república, que había cambiado después del surgimiento del movimiento estudiantil y de la volcánica movilización nacional de jóvenes por el rescate de la libertad durante el 2007, vuelve a surgir en nuestro escenario político después de la insospechada capitulación de Henrique Capriles y los directivos de la mesa de la unidad (MUD) el pasado abril.

 

La desesperanza volvió y la justificada desconfianza por el voto se ha impuesto. Desesperanza y desconfianza que además han sido acusadas estúpidamente -ahora entiendo el fracaso intelectual de la cuarta república- por articulistas de opinión y políticos como de €œchavistas€, indolentes, cómplices, y otra retahíla de pendejadas que no enumeraré.

 

En vez de acusar a quienes claudicaron, a quienes no lo lucharon por reivindicar la victoria y que ahora -con cierto tufo de incoherencia-invitan a €œsalvar al país€ votando, los políticos y las histéricas doñas sabihondas de la cuarta república acusan y hasta culpan al desesperanzado y frustrado elector por no hacerlo.

 

Yo no los acuso, yo entiendo y comparto completamente su frustración y su arrechera. Soy parte de ella. Sin embargo, en medio de los gritos y empujones, en medio de las ofensas y las acusaciones, les escribo -a quienes se abstienen de votar- esta larguísima sugerencia para que cambien de opinión y voten.

 

Me explico.

El idiota perfecto es chavista

Un escupitajo verbal

De no haber muerto, el destino del sátrapa embalsamado Hugo Chávez habría sido la cárcel; si no se suicida antes, el destino del idiota Nicolás Maduro será un manicomio.

En la cárcel, habríamos escupido en el rostro a Chávez todo el daño que le causó a Venezuela y toda la perversión que impuso al país. En el manicomio, no podremos escupirle en la cara a Maduro toda su perturbación y enajenamiento traidor porque seguramente, en su idiotez, confundiría nuestro escupitajo moral con una cagada de pajarito y pensaría, como la superstición popular, que la saliva en vez de ser recriminadora es un signo de buena suerte.

No valdría de nada la recriminación, Maduro lo celebraría y solicitaría una foto mientras el gargajo censor recorriese su bigote para mostrar al mundo una nueva aparición de su amado, en esta ocasión chorreante de suerte.

Ni de vaina lo haremos, no debemos perder nuestros escupitajos en vano, menos en tiempos lunáticos de saqueo y escasez.

Aunque pensándolo bien un escupitajo verbal a los idiotas saqueadores de la decencia en Venezuela nunca está de más. Uno solo en nombre de millones de venezolanos indignados y asqueados por la podredumbre moral que el chavismo -y su Maduro- nos ha impuesto.

¡Ahí va: split!

Ser o no ser, chavistaé

Ser o no ser chavista

En Latinoamérica tenemos categorías políticas reconocidas para casi cualquier espécimen que ha dado nuestro folclore, o mejor, nuestra fauna popular de hombres públicos.

Aunque con ciertas variables en el tiempo, cuando a uno le hablan de un priista, un panista, un aprista, un peronista, un castrista, un guevarista, un adeco o un copeyano, uno tiene una idea remota de quién es o de qué se trata.

Ha surgido una nueva categoría, el chavista, que habría sido fácil de categorizar de no haber sido por la bobalicona descendencia, Nicolás Maduro, que se supone debe darle trascendencia. Este hecho inesperado e inaudito, lo pervirtió todo.

Digo fácil porque de Hugo Chávez sabemos que era tramposo, cobarde, gritón, payaso, que para él un gobierno, una dictadura, incluso una revolución, era una €œjoda€, un teatro, un show de televisión, pero lo que no conocíamos ni suponíamos era su tendencia pervertida, promiscua, su flaqueza por un amor secreto que a la postre haría sucumbir su memoria estridente pero precaria.

Lo que no conocíamos ni suponíamos es que, como las más tragedias amorosas de la historia de la humanidad, destruiría todo, acabaría con todo, por un amor firme, pleno, como la luna llena, irrevocable, absoluto y total por Nicolás.

Era Chávez, cualquier cosa podía suceder con él, sorprendió hasta el final de sus días.

La fría perversidad de Cilia

La Tirana bandera

Si el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, Cilia Flores es una absoluta corrupta.

Su ambición autocrática es a un tiempo escandalosa y siniestra. No tiene límites. Encarna la corrupción absoluta del madurismo. Se adueña de todo y de todos, y lo hace como una déspota, es despiadada. No lo digo yo, es el rumor a voces dentro chavismo. Nadie la soporta por vil.

Cuando Ramón del Valle-Inclán escribió su celebrada novela el €œTirano Banderas€ no imaginó que se anticipaba a los tiempos venezolanos del siglo XXI. Su Tirano no sería un hombre, sino una mujer; su apellido no sería Banderas, sino Flores.

Lo cierto es que la tirana actúa de manera sin vergí¼enza y descarada: demasiado €œbandera€.

La Tirana bandera, Cilia Flores, junto a su monigote Nicolás, sus hijos, hermanos y sobrinos, son las hienas devorando la carroña de la administración pública y de la justicia de Venezuela.

Tienen hambre, mucha hambre.