El país decapitadoé
La banalidad del mal
Somos una nación decapitada y lo peor, los verdugos están sueltos, rigiendo campantes las cárceles y el destino del país.
No puedo borrarme de la mente la imagen de los dos presos decapitados en la Comandancia de la Policía del estado Monagas. Sobre todo cuando sé que son muchos quienes sufren a diario el mismo destino infame.
Lo impactante no es sólo la naturaleza del ensordecedor crimen, lo perverso, lo desconcertante, es que quienes decapitaron a los presos en Monagas están vivos y coleando, protegidos por la Guardia Nacional y que posiblemente saldrán libres mañana dado que la siniestra y absolutamente corrompida Iris Varela los liberará, sólo basta que ellos juren fidelidad al comandante supremo, que digan que son chavistas, y el sentido €œhumanitario€ de Varela los indultará.
El holocausto carcelario venezolano tiene una responsable incuestionable, es ella. Funcionaria mediocre, como su espíritu, encarnación fidedigna y rancia del chavismo inepto y criminal, Iris Varela nos recuerda los señalamientos de Hanna Arendt sobre el funcionario nazi Adolf Eichmann y su banalidad del mal: ella ni se da cuenta de lo que hace, sigue órdenes.
Mario Vargas Llosa llama a Eichmann €œel hombre sin cualidades€. Yo voceo lo mismo sobre Varela pero cambio el género: ella es una mujer sin cualidad.
He ahí el pétalo de mi rosa verbal rozando su raquitismo moral, sólo rozándola.