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El país decapitadoé

La banalidad del mal

Somos una nación decapitada y lo peor, los verdugos están sueltos, rigiendo campantes las cárceles y el destino del país.

 

No puedo borrarme de la mente la imagen de los dos presos decapitados en la Comandancia de la Policía del estado Monagas. Sobre todo cuando sé que son muchos quienes sufren a diario el mismo destino infame.

 

Lo impactante no es sólo la naturaleza del ensordecedor crimen, lo perverso, lo desconcertante, es que quienes decapitaron a los presos en Monagas están vivos y coleando, protegidos por la Guardia Nacional y que posiblemente saldrán libres mañana dado que la siniestra y absolutamente corrompida Iris Varela los liberará, sólo basta que ellos juren fidelidad al comandante supremo, que digan que son chavistas, y el sentido €œhumanitario€ de Varela los indultará.

 

El holocausto carcelario venezolano tiene una responsable incuestionable, es ella. Funcionaria mediocre, como su espíritu, encarnación fidedigna y rancia del chavismo inepto y criminal, Iris Varela nos recuerda los señalamientos de Hanna Arendt sobre el funcionario nazi Adolf Eichmann y su banalidad del mal: ella ni se da cuenta de lo que hace, sigue órdenes.

 

Mario Vargas Llosa llama a Eichmann €œel hombre sin cualidades€. Yo voceo lo mismo sobre Varela pero cambio el género: ella es una mujer sin cualidad.

 

He ahí el pétalo de mi rosa verbal rozando su raquitismo moral, sólo rozándola.

 

La dictadura de los nalgas rojas

«El comunismo propone esclavizar al hombre mediante la fuerza,

el socialismo mediante el voto.

Es la misma diferencia que hay entre asesinato y suicidio.»

Ayn Rand

Estamos heridos, no vencidos

Como muchos otros venezolanos, he aprendido desde la herida y el desangramiento.

 

Hugo Chávez, su despelotada €œrevolución€ y su corrupto €œsocialismo del siglo XXI€ nos han caído a machetazos como nación.

 

Estamos heridos, muy heridos, pero no muertos. Cierto, muchos han perecido, muchos están lisiados, muchos permanecen en las mazmorras del régimen, muchos nos hemos replegado, pero en general no hemos sucumbido, seguimos luchando y tendremos fuerza espiritual para hacerlo, como he dicho, mientras nuestro aliento sea capaz de empañar un vidrio.

 

La moral, la conciencia crítica y la valentía del venezolano permanecen vivas. No hay fuerza humana ni natural que nos haga sucumbir. No nos rendimos.

El enemigo a vencer, como sociedad, es la depravación instalada por Hugo Chávez y fomentada hasta la nausea por su amado heredero Nicolás Maduro.

Estamos heridos, muy heridos, pero no vencidos. Nuestra rabia organizada y noviolenta los acorrala. Nuestra crítica los zarandea.

Su desnalgue, rojo rojito, sucumbe.

El amante de Hugo Chávez

El €œPrimer Damo€ de Venezuela

En Venezuela podríamos pasar todo el día gritando, mentando madres, insultando a diestra y siniestra, lanzando platos y despedazando vidrios. Como dijo Cioran: estamos en la cima de la desesperación.

 

Si con Chávez vivimos entre sobresaltos y amargura, con Maduro Venezuela se ha convertido en un país despavoridamente absurdo, un cinematográfico caos.

El €œPrimer Damo€ o €œDoño€ (lo digo por su relación con la €œPrimera Combatiente€ y siguiendo el vocabulario del absurdo que se ha impuesto) ha resultado ser infinitamente más torpe de lo que jamás sospechamos. Un bullicioso bobalicón, el hazmerreír del siglo XXI.

Lo escribo con pena y, sin duda, mucha lástima por él y por el país. El desconcertado €œDamo€ está perdido, se hunde, y los venezolanos nos hundimos con él.

Nadie entiende el porqué Chávez le legó la responsabilidad de sucederlo en el poder y peor aún, el encargo de salvaguardar a la revolución; no hay lógica que lo explique.

Maduro: €œCristo multiplicó los penes€

La santidad inmerecida

No soy un santo ni aspiro a la santidad; no la merezco. No le hinco la rodilla a la fe cínica del socialismo, ni soy feligrés de la ruindad chavista. Soy su apóstata.

Escribo desde la libertad. Trato de reflejar la intensidad de mi tiempo: desgarrador e insolente. Deseo ser parte de él: increpándolo, aborreciéndolo, condenándolo, a veces, exaltándolo claro. Pero ser parte de él, eso es lo fundamental.

 

Revelo que tampoco espero que el tiempo €œperfecto€ de Dios se haga sobre nuestro despelote, pues prefiero no involucrar al Todopoderoso en cosas tan banales y sosas como la política venezolana.

 

Pero la estolidez de Nicolás Maduro obliga, siempre obliga.

Hugo Chávez y su €œRevolución Cartier€

Confesión de risa

Con mis últimos artículos he herido algunas sensibilidades chavistas. Están consternados. No esperaban una radiografía tan incontrovertible de su inmoralidad.

Me río y lo celebro, debo confesarlo. Son tantos los daños y tan seguidos que su engaño socialista le ha causado a nuestro país, que desafiarlos, para ridiculizarlos, me consuela y colma de gusto: me reivindica.

No lo oculto, me deleita ponerles la pluma en la llaga, enterrarla hondo, hondísimo, y observar con calculado regocijo como no les queda otro remedio que silenciar su dolor, su humillación y su ira. No pueden responder, el sólo debatir los incrimina.

Esta entrega aspira calificar la despelotada y cínica locura que intentan llamar €œrevolución€; y claro, hundir un poco más mi pluma en su llaga.

 

Pedro Carreño: perfil de la idiotez

La comedia trágica venezolana

La literatura es sabia, muy sabia y el teatro de Moliere lo fue substancialmente. No sabemos cómo logró chupar la médula de ciertas psicologías humanas y reflejarlas en su dramaturgia, pero lo hizo con magisterio intemporal y universal.
Si Moliere hubiese vivido en la tragedia venezolana del usurpador Nicolás Maduro habría escrito las piezas más sublimes de la comedia latinoamericana. Esa caricatura vulgar y bochornosa que es el socialismo del siglo XXI, en la que el delincuente más despreciable y feroz llega al poder político, se refina, amanera y sacude a la opinión pública con sus torpezas, burradas y cinismo, no habría pasado desapercibida por el francés.
Esta semana otro capítulo crucial de nuestra tragedia cómica ha sido ofrecido por la idiotez del madurismo. Su protagonista, un estafador estrafalario y bruto llamado: Pedro Carreño, alias €œCarroña€ (siguiendo la nomenclatura de las FARC, que a todo le ponen un apodo).
A él ofrecemos esta caracterización teatral, que seguro no entenderá.

Cilia Flores, alias €œPrimera Combatiente€

€œ¡Coño, habrá alguien que le diga a Nicolás

que deje de estar mostrando a Cilia!€

Mario Silva

El vómito

Pocas veces, al escribir, había experimentado la desagradable sensación física del vómito. No soy muy sensible a las intoxicaciones ni a las pestilencias, fui criado pisoteando bosta de ganado y salpicado por sudores animales sin que ninguna náusea me afectase.

Por eso, cuando inicié mi averiguación para escribir este intrincado texto, me sorprendí mucho por el sentimiento de asco que me causaba escribirlo. Y el asco por lo humano, o mejor, por lo inhumano, es una de las emociones más mordaces que puede sentir nuestro espíritu. Nos marea y merma.

Creo que mi repugnancia por lo que está ocurriendo en Venezuela es parte de una repugnancia mayor, de una repugnancia unánime y colectiva.

El vómito es, a veces, el mejor alivio.

¿Quién asesinó a Hugo Chávez?

€œPorque tú a mis espaldas me hiciste traición
hoy por eso te voy a quitar lo farsante€

Juan Gabriel

Los farsantes

No sé si fue el jefe del cartel de la mafia boba, Miguel Rodríguez Torres, y sus demenciales y cinematográficas tragedias conspirativas las que me hicieron volver a escuchar los desgarradores dramas musicales de Juan Gabriel, lo cierto es que fue el divo michoacano y su interpretación de €œLa farsante€ quien me hizo entender la trama bufa que han tejido Nicolás Maduro y su jefe, Fidel Castro, tras la enfermedad y muerte del teniente Hugo Chávez para adueñarse de Venezuela.

Quién iba a imaginar que un canto popular latinoamericano, siempre visionario y terapéutico, me haría aguzar los sentidos y abrir los ojos ante tan enigmático deceso.

Recomiendo a los lectores que escuchen a Juan Gabriel -la reina blanca de la fiesta mexicana-, y su €œLa farsante€, para ver si se les prenden los sentidos como a mí y le mentamos la madre a coro al madurismo y a sus jefazos los Castro, por farsantes.

 

La cerda chavista

€œTú por lo visto no tienes nada productivo que hacer
sólo engordar como una cerda€

María Gabriela Chávez a una chavista

El poeta maldito

Ser un escritor detestado por los chavistas nos hace más honorables e insignes. La crítica que desafía a la autoridad despótica siempre ilustra, inspira y libera a la sociedad, como ocurrió con los libertinos franceses del siglo XVII.

En Venezuela, los críticos, mientras más blasfemos seamos de la hipocresía chavista, somos más malditos, pero el resultado de nuestra maldición es ilustración, inspiración y libertad para la sociedad.

Hay que blasfemar en contra de la suprema y sagrada farsa chavista, hay que ser los libertinos y los poetas malditos de su bobo y regordete cinismo.
Si queremos libertad debemos conquistarla, en mi caso el único recurso es la palabra.

Yo confiesoé (segunda parte)

€œMi ardiente protesta no es más que un grito de mi alma.

Que se atrevan a llevarme a los Tribunales

y que me juzguen públicamente.€

Emile Zola

I

Me he confesado libertino de la farsa chavista, blasfemo de su podredumbre moral, apostata de su imbecilidad: soy, con orgullo, otro excomulgado del chavismo. El desafío es abierto y sin melindres: a través del libre pensamiento crítico, la educación y la noviolencia hacemos todo lo humanamente posible para que se vayan para el carajo los usurpadores y traidores de Venezuela.

Algo, sin embargo, nos diferencia de los chavistas: ellos usan las balas como recurso, nosotros usamos la palabra; ellos asesinan y encarcelan con su €œjusticia€, nosotros ilustramos y recreamos con poesía.

Nuestro peor delito es promover la libertad.