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La apoteosis del bufón

El fin de la guerra fría en América

He hecho un esfuerzo colosal por tratar de leer todo lo que humanamente me fuese posible sobre lo acontecido en la Cumbre de las Américas. 

Artículos, ensayos, entrevistas y comentarios de toda índole. También escuché las presentaciones de todos los presidentes americanos (me calé la del usurpador Maduro) y las exposiciones de las diferentes delegaciones diplomáticas, la magnífica reunión de los ex presidentes y los eventos de la sociedad civil. 

Buscaba -no lo niego- una interpretación que exaltara ante la historia la relevancia real de la Cumbre: el tardío fin de la guerra fría en América. 

No lo conseguí, el despelote panameño, la mediocridad del eje madurista (Kirchner, Correa, Evo y Ortega) y las bufonadas de Nicolás hicieron que la única relevancia pasase desapercibida.

Ni hablar, así somos.

La Cumbre y el tufo de Nicolás

El cupo en dólares y la pestilencia

Nada es normal en Venezuela. Padecemos una auténtica epidemia de demencia. Todos estamos locos. Tú, yo, aquél, aquélla, todos. Incluso los que no tienen vela en nuestro entierro.

Chávez nos convirtió en la sociedad más escandalosamente disparatada y corrupta de todos los siglos. 

Olemos mal, sí, los venezolanos apestamos y ni siquiera nos damos cuenta. El cupo en dólares nos ha hecho aún más apestosos. Los extranjeros que nos observan comprar desaforadamente en los automercados papel higiénico, detergente, jabón, champú y desodorante lo certifican. 

Se preguntan: €œ¿Qué les pasará a nuestros hermanos venezolanos que desde la desaparición física de Chávez y el ascenso de su último amado Nicolás andan todo el día comprando productos para enjabonarse, limpiarse, perfumarse o desintoxicarse?€

Yo tengo una explicación más real que mágica para el fenómeno.

La comparto.

La Venezuela de pinga

Advertencia: sólo para adultos

Los intelectualazos venezolanos se horrorizan con mis palabrotas, se retuercen por mi lenguaje beligerante de arrabal.

No los culpo, de hecho, los entiendo, su insoportable levedad de ser los hace levitar, flotar, en medio de tanta inmundicia chavista. No desean ensuciarse, no quieren sudar, luchar en las calles, ellos prefieren drogarse con el estupefaciente del voto (sin condiciones electorales justas), sin movilización que reivindique la victoria, sin nada que implique arrostrar de frente a la tiranía. 

No son complacientes, tampoco colaboracionistas, son intelectualazos, es decir, histéricas doñas de pizarrón y academia. Viven de espejismos y de tiza. Por eso cuando escuchan una mentada de madre, un insulto, una arrechera salpicar de una garganta, colocan un pañuelito en su nariz y se cubren avergonzados, más bien, horrorizados.

Esta entrega está subida de tono, como lo está el país. No es apta para intelectualazos ni doñas académicas, está inflamada de venezolanidad, es decir de carne y hueso.

Está escrita sólo para adultos, está escrita para ti.

Obama, Dolartoday y la libertad

You are a fucking joke, Nicolás (Eres un jodido chiste, Nicolás)

No puedo imaginar la cara de sorpresa que pondrá el presidente Obama cuando el amado heredero de Chávez, su elegido íntimo y predilecto, Nicolás Maduro, se le acerque para rogarle -probablemente de rodillas- no sólo que le dé el autógrafo que tanto le ha implorado durante este tiempo, sino para que cierre o haga cualquier cosa para frenar a los €œmalucos€ de Dolartoday, porque supuestamente están acabando con la economía de Venezuela.

Obama dirá impactado: €œ¿Qué?, ¿en serio?, ¿tú me estás diciendo que una página de internet está ganando la guerra económica contra la revolución chavista? Carajo, qué revolución de mierda son entonces. You are a fucking joke, Nicolás! (¡Eres un jodido chiste, Nicolás!), algo peor, eres una amenaza mundial no sólo por tu perversión y corrupción, sino por su estupidez. Es obvio que el pueblo de Venezuela no te escogió, el pueblo de Venezuela no es tan estúpido, me acabas de probar que hubo fraude, es imposible que un bobo como tú haya ganado nada. Eres un ilegítimo.€

Y muchos venezolanos lo corroboraremos, gritaremos en las calles: nosotros no somos como él, presidente Obama, nosotros no lo elegimos, nosotros no lo queremos, sólo Chávez lo amaba, sólo él.

Nadie más.

El circo chavista y mi limosna

El taxidermista del chavismo

No sé cómo ocurre, pero lo cierto es que cada vez que me tomo el tiempo para descifrar y retratar ese circo de rarezas humanas que es el chavismo me he encontrado disecando engendros de toda calaña, especímenes cuyas deformidades morales los diferencian de todo aquello que haya conocido nuestra especie.

opinan los foristas

Soy un taxidermista del chavismo: los desollo y diseco para analizarlos, conservarlos y exponerlos al escarnio público de la historia; ya que no hay justicia ni la habrá mientras permanezcan en el poder, ya que todo lo han pervertido y contaminado, la imaginación es la vara que los diseca y enjuicia.

Yo la uso con acuciosidad, y escriboé, escribo para regodearme con ellos y perfeccionar mi boxeo de sombras.

Roy Chaderton: ¿verde o perverso?

Las zorras del poder

Lo hemos dicho hasta el agobio: el chavismo dispara a la cabeza de Venezuela, ese es el signo de su tiempo desde 4 de febrero de 1992, también lo será mañana y pasado mientras persistan en el poder. Esto no se ha acabado, empeorará.

Sabemos que no tienen ningún escrúpulo, cuando no nos encarcelan y torturan, nos asesinan a mansalva, para ellos las balas pasan rápido, suenan a vacío cuando impactan en la cabeza de los niños venezolanos, por eso los ultiman con tanta frialdad.

No les importa nada: disparan y sonríen en televisión. Es su naturaleza.

Además, las muertes €œpasan rápido€, muy rápido, tan rápido que ni cierto sector del mundillo opositor se entera. ¿€œOpositor€? No creo, por ejemplo, que Henry Falcón lo sea.

Las zorras de la política esas que están un día de un lado y el siguiente del otro, todo por unas cuantas monedas se irritan cuando uno advierte y reclama los asesinatos o las torturas, cuando uno levanta la voz en defensa de los derechos humanos, la libertad o la democracia, ni hablar de condiciones electorales justas (se horrorizan), dicen que hay que €œenamorar€ a los sicarios y en ese afán insensato de mantener sus puestos y sus guisos, de no perderlos, no atienden con honestidad la gravísima situación que soporta nuestro país, la disimulan, incluso la excusan. No sólo son cínicos, son traidores.

Son las zorras del poder, un día de un lado el siguiente del otro. Los hay chavistas, pero también opositores: un día son demócrata cristianos otro día fascistas, lo inaudito es que terminan siendo las locas más furibundas de la tribuna donde se encuentren.

Locas, pero asesinas.

Construir con mis manos tu desnudez

€œAmaos los unos a los otros€

Jesucristo

 

La bacteria Hugo Chávez 

Los venezolanos vivimos a empujones políticos, sociales y económicos. La lepra chavista inoculó en nuestra cultura el diálogo vociferante y cínico: somos puñales verbales. Todos los somos, yo tambiéné, hay que sobrevivir.

Atragantada por la ira y arqueada por el desprecio mutuo, Venezuela es una nación de dimes y diretes afilados y lacerantes. El madurismo -pústula última, abultada e infecciosa del chavismo- es la prueba de que somos una sociedad convaleciente y malherida. 

Cada venezolano lleva en la punta de la lengua un puñal que entre mentadas de madres y arrebatos va causando llagas.

Son las secuelas visibles de la peste histórica causada por la bacteria Hugo Chávez. Muchas naciones se infectaron de su corrupta perversidad y sólo pocas encontraron a tiempo los anticuerpos urgidos para combatirla.

El mejor anticuerpo ha sido a todas luces la fraternidad y el amor, que en Venezuela están despedazados. Por eso en nuestro país el erotismo está maltrecho y la pornografía prevalece.

La pornografía es la versión chavista del amor.

Gustavo Tovar-Arroyo: Disparo a la cabeza (Bis)

Estamos claros

Tú y yo estamos claros. Otros no lo están tanto, pero tú y yo sí. También están claros María Corina, Leopoldo, Ledezma, los corajudos estudiantes y muchos otros venezolanos que no se han doblegado ni lo harán.

Sabemos que enfrentamos una dictadura patética (como patético su bufo dictador: Nicolás), pero dictadura al fin y al cabo con todas las calamidades y desgracias que conlleva. Sabemos que para derrotarla debemos usar todas las formas de lucha noviolenta posibles: movilizaciones, huelgas, marchas, elecciones (que exigen condiciones y reivindican resultados), afrentas públicas, ocupación de los poderes públicos y un largo etcétera de rabia organizada y desafiante hasta el finalé, hasta la libertad.

Sabemos que los chavistas apuntan y disparan a la cabeza, sabemos que quieren linchar nuestros sueños e ideas.

Pero también tú y yo sabemos que no tenemos miedo y que vamos a seguir hasta vencer.

Estamos claros.

 

Una antorcha humana: Antonio Ledezma

€œLa poesía cruza la tierra sola,
apoya su voz en el dolor del mundo
y nada pide
ni siquiera palabras€

Eugenio Montejo (La poesía)

  

Los incesantes puntos suspensivos

Escribir es difícil, muy difícil. Nadie, sólo el escritor, puede saber cuánto. Hacerlo además ante tanta adversidad y mortificación es casi heroico. Imagínenselo, sólo imagínenselo.

«Asesinan a unos estudiantes en Mérida€: buscar la palabra que amontone la rabia, el dolor,  la desgarradura; €œaíslan y torturan a Leopoldo López por una llamada telefónica€: barrer los escombros emocionales que produce la arbitrariedad y responder pronunciando un adjetivo; €œencarcelan con desproporcionada ferocidad al entrañable Antonio Ledezma€: intentar construir una oración cuyo sujeto es un maestro, cuyo verbo es una consternación, cuyo predicado es una larga fila de incesantes -y cada día más rabiosos- puntos suspensivos.

 Escribir en estos tiempos es como marchar en medio del frenesí de una guerra, andar mientras van asesinando, encarcelando o secuestrando a nuestros hermanos de lucha, y ver la sangre y ver los barrotes que intentan encarcelar principios e ideales para buscar una coma o un punto seguido que nos permita recuperar el aire al menos por un instante.

 Escribir en Venezuela es un revoltijo de signos de interrogación y exclamación que se yuxtaponen y empujan entre sí, eventualmente no sólo se yuxtaponen y empujan, también se agarran por el cuello y se ahorcan, se asfixian.

 Pero no importa, seguiremos escribiendo porque nuestros sujetos, nuestros verbos y predicados, nuestros puntos suspensivos, comas, signos de exclamación e interrogación llevan un hondísimo sentimiento: esa bella e inabarcable palabra que es Venezuela.

Sí, Venezuela

Cincuenta sombras de Chávez

€œCuando fui ministro, en 2010, pude constatar 

cómo Chávez lo amaba (a Maduro)€

Francisco Ameliach

 

La pasión por el sarcasmo

No puedo evitarlo, ya me conocen, cada que vez que la dictadura boba de Maduro arremete contra mí una incontenible fuerza interior me incendia las vísceras y me motiva a lanzar llamaradas verbales.

Me es fácil, lo confieso, no tengo que desempolvar estremecimientos ni ardores, no tengo que desenterrar en las diferentes capas de mi reflexión un puntiagudo criterio o un análisis, los relámpagos los tengo a flor de piel, brotan solos y sin remedio. 

Debo reconocerlo me posee una insubordinada pasión por el sarcasmo, que chispea y quema, que se entretiene -cruelmente- causándole refinado malestar a los sádicos.

Frente a la oscura perversión chavista resplandecen los lacerantes oficios de mi libertad.

Y escribo.