<span class="vcard">Gustavo Tovar Arroyo</span>
Gustavo Tovar Arroyo

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€œConsiderando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho,
a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión€

Declaración Universal de los Derecho Humanos

El balazo en la cabeza

Miguel Rodríguez Torres, Diosdado Cabello y Francisco Ameliach, entre otros militares traidores de Venezuela, asesinaron a centenares de venezolanos en sus golpes de estado de 1992.

Centenares de víctimas desprevenidas e inocentes fueron alcanzadas por el €œdiálogo€ mortal de estos fascistas que supieron clavar, con balas, sus ideas políticas en la cabeza, en el corazón y en la espalda del pueblo de Venezuela.

Historia chavista de la muerte y la salida

«Este que está aquí sale mañana sin miedo de nada y

con la esperanzan de encontrar un futuro mejor»

Bassil Da Costa (QEPD)

 

A ti

Te escribo a ti, sí a ti, mi cómplice, mi compañía, mi pana en secreto, que esto lees.

Sé, estoy seguro, que reconoces que mis palabras durante todo este tiempo han sido dedicadas a ti y a nuestro mutuo hartazgo; sé que me conoces como yo a ti porque nos lía la misma asfixia y la misma necesidad de aire; sé que sabes que estamos juntos en esto y seguiremos juntos hasta el final; sé, además, que entiendes que a veces -como hoy- necesito inclinarme sobre tu hombro para seguir este empinado tránsito hacia la libertad; sé también que tú a veces te inclinas sobre mi hombro para fraternalmente mantenerte firme e impulsarnos.

Mi respuesta a Rodriguez Torres

En la tarde del día de hoy, el militar que representa la policía política y el sistema opresor de inteligencia de la dictadura venezolana, Miguel Rodríguez Torres, en una tendenciosa y pervertida rueda de prensa me acusa ˆ’por enésima vezˆ’ de ser el iniciador de un gran plan conspirador llamado la €œFiesta Mexicana€.

 

No es un chiste, lo anterior lo pueden confirmar a través de los medios de comunicación de la dictadura y algunos otros replegados al autocrático régimen venezolano.

 

Miguel Rodríguez Torres, el mismo militar traidor que el 4 de febrero de 1992 participó en el golpe de estado liderado por Hugo Chávez Frías y que asesinó en esa fecha y por la espalda a cientos de sus €œhermanos del alma€ militares; el mismo que participó en un segundo golpe de estado que asesinó civiles y militares el 27 de noviembre de 1992; el mismo que lideró la matanza del 11 de abril de 2002 junto a sus esbirros disparando a mansalva contra la pacífica marcha opositora; el mismo que ha perseguido de manera artera y despiadada a la disidencia política, encarcelándola, torturándola o asesinándola durante estos últimos 15 años; el mismo que ha pervertido el sistema judicial convirtiéndolo en el lodazal de impunidad, corrupción, tortura y vejación humana, y ha convertido nuestras cárceles en los campos de concentración chavista que hoy padecemos; es el mismo que me acusa de planificar la €œfiesta mexicana€ y de incentivar el inexplicable €œgolpe suave€.

Las histéricas doñas académicas

Los hippies en la colina de humo

Tiempo sensible vive Venezuela, delicado y sensible. No sólo por la arruinada situación que vive el país y la flagrante instauración de un régimen dictatorial, sino por la turbadora pasividad y conformismo con que ha reaccionado el pensamiento crítico venezolano ante ello.

Probablemente esto sea lo más inconcebible y amargo, pero es la realidad.

No me atrevería a considerar que se trata de otra compra venta de voluntades de opinadores públicos de oposición venezolanos por parte del chavismo, probablemente haya algunos casos pero no creo que sea reflejo de la mayoría, lo que pienso es que de tanto consumir alucinógenos en su época hippie y de tanto beber agua ardiente en su época académica, post hippie, se han convertido en unos lunáticos ambulantes.

En la colina de humo en la que conviven y pacen no saben ni dónde están parados.

La hiena de dos patas, Jorge Rodríguez

€œMe estás oyendo inútil
hiena del infierno€
Paquita la del Barrio
(Rata de dos patas)
 
 

El tomatazo como recurso no violento

A diferencia del Mahatma Gandhi, yo no fui educado por ingleses ni por hinduistas sino por franceses, españoles, mexicanos y venezolanos, es decir, por latinos. No aspiro -como he dicho- a la santidad ni al refinamiento, sino a la humanidad más llana. Como latino, mi estilo de lucha noviolento contra el despotismo admite ciertas licencias como mentadas de madre, insultos, sátiras y caricaturas. Ya que no sabemos disparar ni dispararemos jamás, usamos la palabra como tomatazo en el rostro de la degradación chavista.
 
Me preparo, afino la puntería y lanzo en este suelto mi tomatazo en el rostro del más cínico y siniestro de los chavista: la hiena de dos patas, Jorge Rodríguez.
 
Acierto en la frente. Me río.

No todo está perdido

€œOnce the flames begin to catch
The wind will blow it higher€

Peter Gabriel (Biko)

Un país en escombros

La peste chavista arrasó material y moralmente con nuestra sociedad. Después de la devastación revolucionaria, de su perfidia y podredumbre, a Venezuela no habrá que reinventarla, habrá que inventarla.

Somos un país en escombros. No hay institución social o política que no haya sido corroída hasta el colapso por las corruptas termitas del chavismo. Su devoradora hambre ha intentado hasta chuparle el alma a nuestra bella historia. No han podido, no podrán.

Pese a las golpizas, frustraciones, desengaños y fracasos, un prodigio se observa: el venezolano, los venezolanos, yo, tú, él, ella, nosotros, permanecemos intactos, vociferando, mentando madres, levantándonos una y otra vez por amor a esta tierra, a su gentilicio y a su cultura.

No todo está perdido, no nos han vencido, otra vez nos hemos levantado, seguimos.

La secta caprilista

€œQuand il me prend dans ses bras
Il me parle tout bas,
Je vois la vie en rose€
(Cuando él me toma en sus brazos
y me habla bajito
veo la vida en rosa)

Edith Piaf

No sólo mojarse de morado el dedito

Antes de causar alguna ferocidad prematura, pido disculpas por el título, confieso que lo use como fuego artificial para cautivar tu atención, amigo caprilista.

Aclaro, amigo caprilista, que no te siento mi enemigo ni lo eres. Estamos embarcados en el mismo naufragio histórico y remamos con la misma fuerza y dirección hacia la misma orilla (de libertad) para evitar el colapso total que significa el madurismo.

Anhelamos lo mismo, luchamos por lo mismo y nos enfrentamos a lo mismo: la perversión chavista. No lo esquives: la perversión chavista, su cinismo, su autocracia regordeta y nueva rica, su corrupción apoteósica, su traición y su destrucción apocalíptica.

No olvidemos: tú y yo no somos el problema; tú y yo somos, unidos, la solución. Pero hay que luchar, no sólo mojarse de morado el dedito, hay que luchar.

La rendición de Capriles

La frustración

Veamos por dónde comenzar este artículo: ¿por la frustración o por la esperanza?
 

Discurro pocos segundos mientras escribo y, por intuición, concluyo que es mejor comenzar por la frustración, no porque ésta sea lo que más pesa y consterna desde un punto de vista político, sino porque es la que sentimentalmente parte en pedazos nuestro corazón, y en la Venezuela que se nos desmorona ante los ojos hay que escribir con sentimiento; como los aztecas: con el corazón en la mano como rito.

Quienes me leen ya me conocen, no soy un mojigato ni finjo ser un erudito, esas banalidades se las dejo a las histéricas doñas académicas de la opinión pública venezolana que con sus reflexiones, consejos y sugerencias de los últimos treinta años han contribuido al hundimiento de la nación.

Hippies de su época, hippies eternos, están demasiado quemados para emitir un solo juicio de valor aceptable. Hay que dejarlos -dejarlas, a las histéricas doñas académicas-, que sigan pastando en su colina. No suman nada en su humareda alucinante. Nada.

Yo no disimulo ni me autoengaño, una lágrima tiene un origen más profundo que una sonrisa cuándo ésta se finge. Y cuando alguien se rinde, nos rinde, no se celebra, se duele.

Escribo con sentimiento.

Hubo un caminoé

El recurso civilizatorio del diálogo

Nadie en su sano juicio puede negarse al recurso civilizatorio del diálogo, ni siquiera en condiciones adversas. No es un tema de ingenuos ni de sumisos dialogar, es un tema de seres responsables.

El diálogo es el lubricante esencial de las relaciones humanas, mientras dialogamos nos civilizamos: mientras más diálogo más humanidad; mientras menos diálogo más barbarie.

En una democracia el diálogo es la costumbre, es el día a día; no es noticia, es lo cotidiano. Los políticos discuten, debaten, intercambian ideas, cotejan visiones y al final construyen acuerdos a través del diálogo.

La democracia hilvana el tejido social de la nación dialogando. El diálogo no sólo nos civiliza; nos humaniza. Hay que dialogar.