<span class="vcard">Gustavo Tovar Arroyo</span>
Gustavo Tovar Arroyo

La cárcel de Leopoldo y tu libertad

El escupitajo heredado de Hugo Chávez

Hugo Chávez siempre nos despreció y maltrató como pueblo. En su primer arrebato político la madrugada del 4 de febrero mató -por la espalda- a centenares de venezolanos inocentes. Así comenzó su historia: escupiéndonos sus balas asesinas.

Resistimos sus embates de todas las maneras posibles. Lo resistimos a él y a la pandilla de asesinos que lo acompañaron. La resistencia fue la palabra clave.

Creo que el sátrapa se equivocó al menospreciar la capacidad de resistencia del venezolano y en especial la de sus estudiantes. No contaba con la voluntad de la juventud, para él esa indómita voluntad era desconocida.

Los estudiantes lo arrostraron, desafiaron y vencieron, más aún, lo embalsamaron sin disparar una bala, resistiendo y desenmascarando su cinismo. La historia los encumbró.

Sin embargo, despiadado como era, el desprecio de Chávez por Venezuela lo obligó a hacernos su última y más perversa maldad: heredarnos a su amado gargajo Nicolás Maduro como memoria penosa de su saliva.

La vergí¼enza nacional no debía cesar, debía exacerbarse. Así nos embadurnó sus babas, ¿lo huelen?, ¿lo sienten? Se escurre entre nosotros.

El €œmal chiste€ de Ramón José

Las llagas de Venezuela

Estamos heridos, los venezolanos estamos muy heridos. Nuestra llagas están abiertas, ulceradas y purulentas. Y son muchas.

Tanto sufrimiento nos ha hecho muy sensibles, tan sólo se nos toca y gemimos de dolor. Largos, larguísimos años de latigazos morales y políticos nos tienen deshechos.

No cicatrizan nuestras llagas, están a flor de piel, muy vivas. Caminamos magullados, desgarrados, nuestra voz desabrocha una estridente amargura en cada aliento.

Cuando cicatricemos, si lo hacemos, esas cicatrices marcarán la piel nacional a lo largo de este siglo.

Serán cicatrices imborrables.

Pepe Mujica y los hijos de puta

«Son una manga de viejos hijos de puta.»

José Mujica (Presidente de Uruguay)

 

ícido, muy ácido…

Los notables venezolanos -si es que queda alguno-, sobre todo aquellos vinculados con las enchufadas mulas cansadas de la mesa de la unidad, se horrorizan con algunos de mis artículos; los consideran groseros, cimarrones, callejeros: feos, muy feos.

 

Se cubren los ojos cuando aparecen publicados, susurran indispuestos en los corredores políticos como histéricas doñas académicas, se colocan un fino pañuelo de seda en sus narices y, en público, voltean el rostro a mis ferocidades verbales.

 

Voltean el rostro en público, sí, pero en privado, cuando encuentran la mejor oportunidad, sigilosos, cuando nadie los ve, se escabullen detrás de las cortinas o debajo de sus cómodas butacas para leer horrorizados mis insolencias.

¿Y el pajarito?

«El derrumbe de un sueño
algo hallado pasando
resultas ser tu»

Silvio Rodriguez

 

Tomografía de un gí¼evón

La G en el modismo venezolano «gí¼evón» es fundamental. Pronunciarlo con H es desabrido y pierde contundencia. Venezolano que se precie no comete semejante bajeza de carácter, dice las cosas como son sin tapujos: usa gí¼evón con G no con H.

En Venezuela, además, un soberano gí¼evón se reconoce porque lleva marcada la acentuación en la silaba aguda «vón». Se alarga el acento y se enfatiza el tono. Decimos: «¡Es un guevooón!».

Gí¼evón no es un calificativo que se use para describir a una persona perezosa o indolente como en otros países de Latinoamérica, sino para simbolizar a un imbécil engreído.

El gí¼evón venezolano alardea, presume, pavonea, su imbecilidad. No es un imbécil a secas, es un imbécil que fanfarronea su imbecilidad.

Maduro: El chavismo soy yoé

Los inciertos caprichos de una pasión

Algún día se conocerán los secretos -de alcoba- que involucraron la última decisión de Hugo Chávez de dejar como sucesor del trono revolucionario al inefable Nicolás.

Sabemos que fue una decisión sentimental y no política. Si hubiese sido política habría legado tamaña responsabilidad a alguien más preparado o cuando menos simbólico como su hermano Adán (como lo hizo Fidel), a cualquiera de sus hijas, a algún militar del 4 de febrero o a algún socialista con algo más de respeto y talante revolucionario, nunca al bobalicón del pajarito (por cierto, lleva tiempo sin trinar ¿será que Chávez ya ni se le aparece?)

Pero no lo hizo, los inciertos caprichos de una pasión a veces se imponen en la historia de la humanidad y, como sabemos, derrumban naciones y hasta civilizaciones.

Sansón se venció a Dalila, París raptó a Helena y ardió Troya, Marco Antonio perdió Roma por Cleopatra y Chávez arruinó su revolución por Nicolás.

Lo sé: soy un hereje irremediable; otros también lo son.

Chávez se retuerce y yo me ríoé

€œTodo aquel que piense que la vida siempre es cruel
Tiene que saber que no es así
Que tan solo hay momentos malos y todo pasa€

Celia Cruz

¿Chamuscado o quemado?

Debo intentar escribir una crítica seria, concienzuda, que abomine la presión que se ejerció sobre nuestro admirado Luis Chataing para sacarlo del aire. Haré un esfuerzo, pero es difícil.

Me preocupa que al final esta parodia dé un giro inesperado. Hablar de dios o del diablo, relacionarlos con Chávez, es arriesgado, me meto en una incendiada camisa de once varas.

¿Saldré chamuscado o será simplemente que soy un quemado?

En la quinta paila del infierno

Si ese lugar en llamas conocido como el infierno existiese ahí está Hugo Chávez Frías retorciéndose.

Lo sé, estoy seguro.

¿Tú conoces a Tovar?

 

La verdad yo no, al menos a ese que en su tonta obsesión Rodríguez Torres, Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez presentan como la €œmente maestra€, el €œgenio€ articulador detrás de la conspiración en Venezuela.

No miento, me gustaría conocerlo, saber qué piensa, qué hace, cómo logró enloquecer de ese modo tan frenético al régimen más peligroso -por su prostitución- de Latinoamérica y preguntarle: €œHermano, ¿cuándo se acabará esto? Coño, ¡dímelo!

En el desespero que vive el país, si tuviese la posibilidad de toparme a ese Tovar, lo agarraría por el cuello, lo sometería contra una pared y le increparía hasta que me dijese la verdad sobre su suave rebeldía, y si no la tuviese, le exigiría que me inventase cualquier vaina, lo que sea, pero que diese algo de luz a este largo túnel histórico.

No puede ser que con todo lo que se ha dicho y escrito sobre él no sepa nada, al menos alguna cosita menor, algo, lo que sea.

No puede ser.

Jorge Rodriguez se pudre

Cuanto he tomado por victoria es sólo humo.

Rafael Cadenas (Fracaso)

 

 

Lo mismo de lo mismo y su redundancia

Lo único que me impresionó del último episodio del reality show madurista titulado €œel magnicidio€ fue el aspecto físico de Jorge Rodríguez: se pudre.

 

Todo lo demás fue secundario: libreto previsible y anticipado, correos electrónicos falsos, burdamente escritos, torpeza semántica y escasez intelectual. Personajes -¿villanos?- archi conocidos, otra vez los mismos. Trama caricaturesca y otra aburrida escenografía de juicio final.

 

Repitió, como era de suponer, el €œAlto Mando Político€ de multimillonarios y corruptos chavistas (faltó Pedro Carreño quien aseguran hacía de camarógrafo), soldados insignes de la Revolución -francesa- Cartier y Louis Vuitton que se lleva a cabo en Venezuela, acusando, como bochornosos jacobinos, desde el único campo de batalla que conocen: la televisión.

Carta triste a una madre de Venezuela

@tovarr a @Chelabp 
Publicado en http://resistenciav58.wordpress.com Mayo 26, 2014 en Politica

A Gisela Berrizbeitia

€œEl idioma del agua fue enterrado€ Neruda

El luto

Debo agradecer con humildad las manifestaciones de solidaridad y apoyo de estos días.

 

Sé que vivimos tiempos asfixiantes, estamos advertidos y preparados, pero a veces la maldad del madurismo rebasa lo previsible, sólo a veces.

 

Pronto relataré lo que ha ocurrido, Venezuela debe conocer quiénes son los verdugos y hasta dónde han llegado.

 

Me resulta muy difícil escribir desde la negrura fúnebre, pero debo hacer el esfuerzo.

Miguel Rodríguez Torres, asesino en serie

El asesino en serie (serial killer)

En criminología existe una vaga diferencia entre dos términos que se acercan y mezclan: el asesino en serie y el asesino en masa.

El asesino en masa es aquel que comete en un solo acto, exorbitado pero con cálculo, el asesinato de dos o más personas por el simple placer psicológico de hacerlo. Por lo general se suicida luego de cometer su crimen.

 

El asesino en serie es quien asesina también a dos o más personas pero en diferentes actos, proyectados en un lapso de tiempo prolongado. A diferencia de lo que se suele pensar, el asesino en serie y el asesino en masa no se distinguen entre sí por el numero de muertes causadas, sino por el tiempo que transcurre en sus actos mortales.