La cárcel de Leopoldo y tu libertad
El escupitajo heredado de Hugo Chávez
Hugo Chávez siempre nos despreció y maltrató como pueblo. En su primer arrebato político la madrugada del 4 de febrero mató -por la espalda- a centenares de venezolanos inocentes. Así comenzó su historia: escupiéndonos sus balas asesinas.
Resistimos sus embates de todas las maneras posibles. Lo resistimos a él y a la pandilla de asesinos que lo acompañaron. La resistencia fue la palabra clave.
Creo que el sátrapa se equivocó al menospreciar la capacidad de resistencia del venezolano y en especial la de sus estudiantes. No contaba con la voluntad de la juventud, para él esa indómita voluntad era desconocida.
Los estudiantes lo arrostraron, desafiaron y vencieron, más aún, lo embalsamaron sin disparar una bala, resistiendo y desenmascarando su cinismo. La historia los encumbró.
Sin embargo, despiadado como era, el desprecio de Chávez por Venezuela lo obligó a hacernos su última y más perversa maldad: heredarnos a su amado gargajo Nicolás Maduro como memoria penosa de su saliva.
La vergí¼enza nacional no debía cesar, debía exacerbarse. Así nos embadurnó sus babas, ¿lo huelen?, ¿lo sienten? Se escurre entre nosotros.