Clavando nuestras uñas
Pensemos juntos, escribamos juntos, abramos los ojos juntos. Volvamos el rostro sobre la realidad. No nos descuidemos, no claudiquemos, no le hinquemos la rodilla al chavismo, no le agachemos la cabeza a su podredumbre. Luchemos, reviremos, mentémosle la madre con dignidad, ¡carajo!, al menos clavémosle las uñas de nuestro coraje a su perfidia, hagamos algo, tenemos que marcarle la frente ante la historia.
Pese a la patética claudicación de la Mesa de la Unidad (MUD), pese a su indolencia babosa, que se sepa que en Venezuela todavía hay venezolanos que reviramos, que no nos quedamos quietecitos como Capriles. ¡No nos rindamos!
En mi caso, al menos me abriré camino con mi machete verbal.
¡Ataco!
Los princesos del chavismo
Si Nicolás Maduro Moros estuviese escribiendo este artículo seguramente confundiría “princesas y princesos” como lo ha hecho con “millones y millonas” o “libros y libras”. Me tomaré la licencia de pensar como él en esta oportunidad, no sé, estoy como alegre, en ánimo de diálogo, al estilo Chuo Torrealba, de golpecito en la espalda, de sonrisita caprichosa, de manoseo cómplice.
Sin embargo, no se asusten, no negociaré elecciones en insignificantes poblados amazónicos, tampoco perseguiré a los empresarios causantes del boicot económico, mucho menos liberaré “detenidos” ni desacataré a los bandidos del Tribunal Supremo de Justicia, nada de eso, sólo usaré palabras y como las palabras no importan, a los narcohijos y los narcosobrinos los llamaré los princesos del chavismo.
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Nicolás II contra Hugo II
El princeso Nicolás Maduro Guerra dice públicamente que el otro princeso, Hugo Chávez Colmenares, quien para colmo de males y según los rumores palaciegos podría ser su absurdo hermanastro, no sólo sufre una severa adicción a las drogas, sino que es otro vinculado con la rebatinga de carteles que se disputan el control del mercado de la droga en Venezuela. Lo mismo señaló en su huida Leamsy Salazar, ex jefe de seguridad del embalsamado galáctico, según él, los princesos de la cúpula chavista de lo único que hablan es de drogas: precio, pureza, consumo, cargamento, valor, toneladas, distribución y traslado.
Durante años intentamos identificar la verdadera traza ideológica del chavismo. Se nos negaba la interpretación, era de suyo difícil: ¿fascismo, comunismo, socialismo, castrismo? Con el juicio a los princesos Flores ya lo sabemos, la ideología de la revolución liderada por Hugo Chávez fue el narcotráfico.
¡Vivan los narcosobrinos!
Cabello, il capo di tutti capi
Según los abogados de Wilmer Ruperti, en comparación al cartel de los Chávez y el de los Soles, el cartel de los Flores –y su reina del Sur, Cilia– era insignificante. No servía para controlar a la nación, cuando más una gobernación. La revolución del narcotráfico tenía que ser salvada.
El juez y el jurado no daban crédito a lo que escuchaban, ante su mirada desconcertada, los narcosobrinos en pleno juicio intentaron evadir toda responsabilidad diciendo que ellos en relación a Diosdi Cabello –il capo di tutti capi–, verdadero “mandamás” del colosal mercado del narcotráfico venezolano, son unos aniñados pendejos.
Sabiendo que se valían de todas las prerrogativas dictatoriales –¿presidenciales?– para completar sus negocios de narcotráfico y, como buenos y obedientes princesos de papá y mamá, poder financiar el ascenso de su verdadera jefa, la perversa Cilia Flores, no podemos imaginar el nivel de putrefacción con que el chavismo ha penetrado en las instituciones públicas.
¡Culpables!
Lo celebré, no lo oculto, todos sabíamos que eran culpables pero no sabíamos si los vericuetos legales impedirían su sentencia. Gracias al Pollo Carvajal y a los princesos Flores ahora es más sencillo explicar ante el mundo quién fue verdaderamente Hugo Chávez y la podredumbre de su narcochavismo.
Algo preocupa, sin embargo, sumado a los incomprensibles abracitos y cuchicheos de los protagonistas del diálogo, nos resulta sospechoso que tanto la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) como los diputados de la Asamblea Nacional, salvo escasas excepciones, mantuviesen un escandaloso silencio ante la detención del par de narcotraficantes, Efraín Campo y Francisco Flores, princesos de la Cilia Flores y Nicolás Maduro, por agentes de la DEA. ¿Por qué sería?
¿Un enredado sinónimo de “diálogo”, según la semántica boba de los negociadores de la MUD, será “complicidad”? A pesar de que algunos de ellos ya se doblegaron y claudicaron, la mayoría de los venezolanos no lo hemos hecho ni lo haremos.
Seguiremos, al menos ya sabemos que dos de los princesos del chavismo están presos.
¡Viva!