(El sonido de la libertad)
La realidad que muerde
Algo extraño e inconcebiblemente peligroso amenaza al mundo, algo que responde a una preconcepción tan irracional como dañina de la sociedad, una preconcepción que persigue minar, despreciar y negar el valor de la niñez no sólo en el presente social, sino especialmente de cara al futuro de la humanidad. No es una teoría conspirativa es una realidad tan palpable como desconcertante y siniestra, una realidad que no sólo nos ladra, que nos muerde.
La película Sound of Freedon (El sonido de la libertad) devela esa realidad extraña e inconcebiblemente peligrosa que intenta morder nuestro futuro como seres humanos.
¿De qué trata?
La realidad que es “real”
Basada en hechos reales –sí, reales, no fingidos, no imaginarios, no producto de una teoría conspirativa–, Sound of Freedom, producida y actuada por mi amigo Eduardo Verástegui, activista pro-vida y pro-familia, narra la historia del agente policial Timothy Ballard que en su lucha contra el tráfico sexual infantil en los Estados Unidos descubre una red internacional que opera comercialmente entre Colombia, México y la nación americana.
Lo que ocurre en la película es exactamente lo que ocurrió en la vida real: después de una investigación heroica, el agente estadounidense da con los secuestradores y libera a los niños.
¿Por qué tanta polémica?
La película que no existió
Pese al rotundo éxito de taquilla (al momento de escrita esta entrega han recaudado más de cien millones de dólares) y pese a lo inspirador de la película con un inimaginable final feliz en el que rescatan exitosamente a una niña traficada y cautiva por la guerrilla colombiana, los medios de comunicación (Washington Post, CNN, Rolling Stones, Guardian) han intentado evitar que la gente asista a verla denigrando a sus productores y protagonistas.
Muy extraño, tanto que uno no puede sino sospechar que hay una coordinación mediática para impedir que la verdad sea revelada. No critican la película, atacan a sus autores.
¿Por qué?
¿Pedófilos o críticos?
La hazaña de Timothy Ballard, protagonizada en Sound of Freedom por Jim Caviezel, en vez de ser celebrada y aplaudida unánimemente, es abordada por los críticos con desinterés, duda y hasta escepticismo (a pesar de que son hechos históricos, basados en la vida real). Es simplemente increíble. Unos niños son secuestrados, traficados, usados sexualmente por pedófilos, rescatados por un héroe y los críticos atacan a los actores y se burlan de quienes fuimos a ver la película (y la celebramos).
No tiene sentido, ningún sentido. Lo único que podemos desprender de ello es que hay intereses particulares, oscuros, muy siniestros que no quieren que se sepa la verdad.
¿Será el caso de los críticos y dueños de medios?
Tráfico de niños
No sé si te ha ocurrido a ti también, pero leer todas las distracciones que han derivado de una película tan bien realizada e importante para crear sensibilidad y conciencia crítica sobre una de las realidades más desgarradoras y deplorables del mundo actual (millones de niños están secuestrados y abusados sexualmente en este momento) me ha hecho entender que la perversión mundial está a flor de piel y la ideologización de la sociedad intenta negar como sea las perversiones de ciertas élites.
El hecho –sí, hecho– del tráfico sexual de niños es una atrocidad que no debe ser negada por más animadversión que sintamos por un actor o un productor.
¿Qué ocultan?
Ver y promover
Conscientes de lo que sucedería, al final de la película Jim Caviezel nos pide que promovamos la película en nuestras redes porque ni medios ni plataformas lo harán. Eso es lo que hago, invitarte a que veas la película, la promociones y hagamos consciente al mundo de este terrible crimen que ocurre frente a nuestras narices. No dudes en ver Sound of Freedom y toma tus propias conclusiones, hay quienes siniestramente no quieren que lo hagas.
Mientras escribo seguramente algún niño ha sido secuestrado para ser comercializado sexualmente. Hay quienes se esconden detrás de su poder para comprar un niño. ¿Merecen nuestra abominación? Sí. Activémonos.
Veamos la película, te invito…