País desbaratado
País desbaratado

País desbaratado

Te quiero mientras te muerdo

Cuando un amigo de la infancia, hermano en las buenas y en las malas, compañero de todas las batallas, te pide 2 mil dólares para “hacerte el favor” de sacarte unas copias en Venezuela entiendes que la sociedad venezolana está desbaratada, que ha perdido el más elemental sentido del respeto y el decoro, que los afectos están rotos y que el chavismo ha contagiado hasta la médula al país con su ponzoña de descaro.

El problema social y humano es mucho más profundo de lo que pensamos o suponemos: país desbaratado, ya no sólo se mendiga por dólares también se muerde por obtenerlos

¿Cuál será el precio de la memoria?

Vendo honor y generosidad al precio de uno

La ingrata e inesperada experiencia con mi amigo también me ha hecho reflexionar sobre la comercialización -entre algunos pocos- de las virtudes en el país. En una nacion perseguida, torturada y arruinada por el socialismo, igual que en Rusia, China, Europa del Este o Cuba, las virtudes se comercian. Es decir, para ser altruista, por defender la libertad, la democracia o los derechos humanos, hay quienes cobran y mucho. Le ponen precio al honor.

Por suerte no todos están contaminados y no todos cobran por su altruismo. Pese al país desbaratado que somos, hay una reserva moral que aún hace el bien sin mirar a quién (cobrar).

No todo está perdido.

Abusaré de ti, sólo un poquito

El daño que han causado los Maduros, los Cabellos, los Rodríguez, los Flores o los Aissamis al país son visibles e invisibles. La ruina y devastación son obvias, están por todas partes, los escombros se amontonan por los rincones de la nación y millones de miserables hacen filas para arañar sus sobras. Por doquier están también los daños invisibles, los ocultos, los que atañen al espíritu, a la virtud, a la gentileza, a la generosidad, al buen ejemplo, a la razón, a la ética, y aunque no se vean, se sienten, la podredumbre está por todas partes.

Abusar de la necesidad ajena, chantajear ante una debilidad, aprovecharse del dolor, son enfermedades invisibles del país desbaratado que nos deja el chavismo.

Piénsalo: ¿hasta que punto estás infectado?

Te traiciono por tu bien

Estoy convencido que todos hemos transitado alguna frustración invisible de tipo moral en la Venezuela chavista. No creo que exista un compatriota que no haya sido víctima de algún desplante. Es imposible, la nación está carcomida, desbaratada. En mi caso han sido muchos, algunos esperados y otros inesperados (pedir 2 mil dólares por unas copias, unas simples copias, fue inesperado pero no el peor de los desplantes). He desarrollado una coraza contra la impudicia.

Desde amigos que se pliegan a la corrupción chavista hasta traiciones de todo tipo el país desbaratado me ha mostrado su hocico y me ha intentado morder. No lo he permitido.

Los entiendo, no los acuso; hay necesidad.

Algo cambia con ella

La candidatura de María Corina Machado es mucho más que una opción política, representa una renovación cultural, social, ética en un país deshauciado de principios. Por eso me inspiró su gesto posterior al debate, no estamos para levantaditas de manos ni para gestos autocomplacientes. Tenemos suficientes desengaños encima como para estar celebrándonos en la herida, en la asfixia, en el fracaso. Algo cambia con María, Venezuela reivindica su virtud y su honor.

Me contenta que el país desbaratado vea en ella lo que realmente encarna: la renovación principista de la patria fundada por Miranda, Bolívar, Sucre y Paéz. No todo está perdido, porque ahora los que entendemos que la lucha venezolana es espiritual y ética somos mayoría.

Y vamos hasta el final…