Maduro contra Chavez
Maduro contra Chavez

Maduro contra Chavez

I

Este es un escrito dedicado a chavistas.

Puede que irrite a algunos miembros de la oposición venezolana, a quienes recomiendo no leerlo. Busquen escritores más azucaraditos; yo no lo soy. Mi palabra es el machete con el que voy abriendo el camino de mis ideas y, por su puesto, de mis zozobras.

Anticipo: soy crítico y lo seré siempre. No soy partidario de ninguna organización política, soy venezolano a secas y ansío con todo el fervor de mi ser reinventar a mi país. Este escrito no aspira convencer a nadie; aspira elevar el espíritu crítico de mis compatriotas por el bien de Venezuela.

Nada más.

II
Debo revelar que cuando observé a Maduro arengar en Vargas con un sobrero cuyo copete estaba engalanado por un pajarito que le meaba su torombola cabeza, pensé en Hugo Chávez: ¿cómo habría reaccionado el sátrapa ante un contrincante electoral tan lerdo como Nicolás?

De seguro lo habría aplastado de un pisotón. Uno solo.

De suyo, Chávez fue un autócrata lúcido. Sabía utilizar su astucia y perversidad para aniquilar a sus rivales con una elocuencia que hasta a sus opositores más acérrimos nos dejaba asombrados.

Sólo uno se salvó: Capriles, y probablemente ni él. Aunque reconocemos que el despelotado caudillo estaba renco y en sus estertores cuando enfrentó a Henrique el año pasado, debemos también reconocer que Capriles ha sido el único opositor que más o menos quedó parado después de la contienda. Paradójicamente en este caso el que no pudo mantenerse de pie fue Chávez, quien a raíz del enorme esfuerzo que hizo en las elecciones cayó para siempre; Maduro lo embalsamó.

Todos los otros rivales políticos que enfrentó Chávez fueron despedazados salvajemente por él. Veíamos salpicar la sangre, volar los dientes y rodar cabezas cuando el sátrapa tomaba un micrófono para enfrentarlos y ridiculizarlos.

Era una cruel realidad.

III
Pregunto con crudeza a los camaradas chavistas: ¿Qué piensan que habría sucedido con Maduro si hubiese ido contra Chávez? ¿Cómo habría descuartizado Chávez las inverosímiles estupideces que han signado la campaña del bobalicón de Nicolás?

¿Lo imaginan? ¿Sería cruel, verdad?

Debo señalar que en medio de todo Capriles ha sido un alma generosa y noble con Nicolás. Tampoco ha tenido mucha necesidad de no serlo, Maduro ha sido su propio verdugo. Habla bien de Capriles que lo haya tratado con condescendencia durante la campaña, que lo haya perdonado.

Chávez jamás lo habría hecho. El teniente, cuyo único interés era él mismo y su patria socialista, la que por cierto al final lo llevó a la muerte, que no reconocía ni dialogaba con nada ni con nadie que no fuera su espejo, habría hecho picadillo a Nicolás con una facilidad estremecedora.

IV

Maduro, una especie humana sin argumento ni estatura intelectual, ha culminado una de las campañas más patéticas de las historia de Latinoamérica. Sí, por razones inciertas, Maduro escogió imitar la peor y más irreal forma de Chávez posible: la del bufón.

Maduro fue la antítesis de lo que sufrimos en las innumerables campañas políticas de Chávez, que tantas derrotas causaron a la oposición. Maduro fue un hazmerreír.

Como bien me señaló un perspicaz amigo, Nicolás no escogió imitar al Chávez estadista ni al agitador mundial que reto con grandilocuencia y tino a los superhombres del planeta. No imitó al corajudo asesino que dio el golpe de estado en 1992. Tampoco decidió ser un estratega camaleónico que, con una voluntad y fortaleza acérrimas, zarandeó a la oposición e hizo con el país lo que le dio la gana hasta que el movimiento estudiantil lo derrotó.

No, Maduro decidió ser sólo el bufón. Ni soñó, ni ofreció nuevos horizontes ni mundos, usó a un musculoso parlanchín como muletilla de su encogimiento racional y racional.

Avergonzó a Chávez en tan sólo un mes, no sólo por haberlo reducido a pajarito, sino, mucho peor, por haberlo defenestrado con la única oferta política coherente que hizo durante su campaña: €œacabaré con la corrupción, la inseguridad, la ineficacia y con todo lo malo de todos estos años€.

Un largo y muy venezolano €œ¡verga!€ se escuchó por los corredores morales del chavismo.

V

¿Quién es Nicolás Maduro?

Nadie se lo explica ni se lo explicará. Por ahí vi un documental que realizó Venezolana de Televisión sobre él, más vale que no. El único mérito social que se rescata de su pasado es que cuando era joven tenía un Ford Fairlane y le daba la cola a sus amigos cuando lo necesitaban.

Sólo eso. Ustedes me dirán. ¿Dónde quedó toda la furia revolucionaria? ¿Dónde están los supuestos héroes del 4 de febrero? ¿Cuál es la virtud de Maduro para gerenciar a Venezuela o liderar una revuelta histórica?

Reflexiono en voz alta y urjo a los chavistas para que se liberen de espejismos o entelequias revolucionarias, y piensen en Venezuela, como venezolanos, a secas.

Chávez está muerto. Su legado, sea cual fuere el que ustedes creen que les ha dejado, no le pertenece al grupito de bandidos que hoy se erigen como sus €œsucesores€ y que sólo quieren gobernar para enriquecerse aún más, como la hiena Jorge Rodríguez.

Chávez en vida les mentó la madre lo suficiente por corruptos e ineptos. No se dejen embaucar. No serán ustedes, sino sus hijos lo que más lo lamentarán.

Además, insisto en este punto, piensen en Venezuela, como venezolanos a secas, al margen de las elecciones. No le entreguemos el país y nuestras enormes riquezas a los cubanos, quienes en el fondo son los que están detrás de esta demencia. No lo hagamos.

La verdadera rebelión es la conciencia crítica; ni balas ni tanques, la conciencia. Que sea ella y el libre pensamiento los que guíen nuestro espíritu democrático, y si el despotismo levantase la voz, sólo sigamos el ejemplo que Caracas dará.

Yo soy venezolano ¿y tú?