¿Qué es un €œgolpe suave€?
¿Qué es un €œgolpe suave€?

¿Qué es un €œgolpe suave€?

gustavotovar190pxNo soy persona de reflectores ni de tribunas, uno confunde su mirada y su voz en ellas. Soy dudoso de alabanzas porque petrifican el alma y apagan el ritmo de nuestro corazón, uno tiende a arrellanarse en sí mismo.

 

 

No puedo negar que el pasado marzo 2011 cuando el ventrílocuo Hugo Chávez me dirigió sus reflectores ¿y alabanzas? lanzándome a la gloria a través de una de sus marionetas más bufas (el diputado punk Robert Serra) en otro de sus tragicómicos lloriqueos conspirativos se me turbó el ánimo y hasta me sonrojé. No miento, pensé que era otra de sus típicas bobadas paranoicas, pero me equivoqué, me habían convertido en una suerte de peligroso articulador mundial del €œgolpe suave€.

 

Según información que me llegaba de Caracas, en el pleno de la Asamblea Nacional, la marioneta Serra (en su figura de Chapulín Diputado: Niño escandaloso y vacuo con chipote chillón), habría colocado una imagen mía en el sol supremo del hemiciclo legislativo y me habría acusado ¿créanlo o no? de ser la €œreina blanca de la Fiesta Mexicana€ (esto es, del ajedrez insurreccional venezolano), es decir, me acusó de ser algo así como un peligroso Juan Gabriel conspirador contra los planes de eternidad chavista.

 

No es broma. Según delirios del Chávez ventrílocuo, soy una suerte de reina blanca de la insurrección (€œmi rey€, paradójicamente, es el negro Obama), un perturbador que desgasta lento, un desestabilizador de la suavidad. Supongo que represento un doble riesgo por la publicación de mi poemario de amor Piel Negada (Ficción Breve Libros), y considerarán que deseo ¿¡oh, blasfemia!? seducir chavistas y robarles, con un €œgolpe suave€, su pasión esclava.

 

Estoy seguro de que mi comprometedor delito, mi maldición, fue haberme puesto un poquito creativo e imaginar, tan sólo eso: €œimaginar€ una Venezuela no gobernada (a partir de Octubre de 2012) por el militar que les disparó por la espalda a sus €œhermanos del alma€ militares la madrugada del 4 de febrero de 1992. Mi delito es la imaginar libertad.

 

Otro delito que se me atribuye, según palabras textuales del niño punk, es que supuestamente intento: €œEnaltecer, inspirar y motivar a la juventud venezolana en el rol histórico de su lucha contra Chávez€.

 

No es broma, fue literalmente lo que dijo el chapulín diputado en su alocución acusadora, que culminó con una joya del humor no apta para cardiacos de la risa. Mi cómplice, el coautor de mi plan insurreccional, no era otro sino Luis Chataing.

 

¿Pueden creerlo?

Obviamente, tamaña insensatez no duraría mucho, mi gloria sería flor de un día; al segundo día, como suele suceder con estos llorones de cuartel, sus furias chillonas se desvanecieron. Nunca más nadie recordó mi €œpeligrosísima€ conspiración.

 

En mi caso el encandilamiento conspirativo fue bochornoso. En un país en donde la oposición es acusada de terrorista, golpista, corrupta, cínica, magnicida, traidora, asesina, entre otras nimiedades, a Chávez ?y a sus marionetas? se le ocurre apocarme de por vida con el mote soso y amanerado de conspirador light.

 

Pidiendo perdón anticipadas a las doñas fascistas del chavismo por mi vocabulario soez y €œdesestabilizador€, pregunto: ¿A quién carajo se le pudo ocurrir semejante humillación?

 

¿Qué significará eso de conspirador light? ¿Qué es un golpe suave? ¿Una caricia, una tocadita de trasero? Sí, ¿qué carajo? Porque si de caricias o tocaditas de traseros se trata, debo confesarlo, merezco la pena capital. Soy un malhechor.

 

¡Fusílenme!