Entre el bostezo y la conspiración
Entre el bostezo y la conspiración

Entre el bostezo y la conspiración

€œEmancipate yourselves from mental slavery

None but ourselves can free our minds€

U2

Largo bostezo

Un largo bostezo produce el liderazgo opositor en estos días. Largo, larguísimo. Es irremediable, se entregaron. Pese haber jurado por todos los santos que guardarían con su vida la €œverdad€ de los resultados electorales, se rindieron pronto, y lo peor, nos rendimos con ellos.opinan los foristas

Un baile, tres cacerolazos (bien €œarrechos€) y cinco twiters enarbolaron nuestra furiosa y contundente respuesta contra el robo electoral.

Los cubanos se han burlado de nosotros. Somos un pueblo humillado y vencido. Una nación que, semejante al liderazgo opositor, padece su propio y larguísimo bostezo histórico.
Bostezo contagioso, que los estudiantes desafían con insospechada dignidad y fuerza.

 

La lista de los sacrílegos

Esta circulando por internet una curiosa lista que contiene los nombres de los supuestos peores enemigos del madurismo. Se atribuye su autoría a Rodríguez Torres, ese sabueso lerdo y bobolongo que perdió todo hálito de temibilidad una vez que apareció ante las cámaras de televisión.

Entre los ilustres veintisiete conspiradores, obvio, el número uno, el más buscado, es el aguerrido Leopoldo López. Se suman a él: Nelson Bocaranda, Alberto Ravell, Miguel Henrique Otero, Julio Rivas, Lorent Saleh, Freddy Guevara, Yon Goicoechea, J.J. Rendón, Gaby Arellano, Otto Reich, ílvaro Uribe, Tamara Sujú, entre otros; y aunque no lo crean, para mi total sorpresa, también estoy yo.

Sí, Gustavo Tovar Arroyo -según la lista: €œcolumnista y operador político€- entremetido entre tan admirado e insigne personaje. ¿Pueden creerlo?
Revelo que cada una de las veces que me llegó la celebrada lista quise aplaudir en silencio, pero inmediatamente me abochorné porque sé que no he hecho suficiente mérito para ser enaltecido de semejante manera.

No miento, aunque me honra enormemente la distinción, debo confesar que en el plano de la €œconspiración€ es poco lo que realmente he hecho, no me emociono mucho, sé muy bien que detrás de esta inmortalización fugaz que se me hizo está Rodríguez Torres y su €œmuy dulce€ fijación platónica para conmigo.

Sin embargo, el reconocimiento me motivó y me exigió a mí mismo hacer todo lo que esté de mi parte para mantenerme en la lista Forbes de los peores sacrílegos, me gustan los desafíos y éste es uno: elevarme a la categoría de €œconspirador€ de prestigio.

Inventaré algo pronto, debo lograr superar el apolíneo encanto que ejerce mi boina sobre Rodríguez Torres y conspirar, conspirar de verdad.

Conspirar: respirar juntos

Asumido mi nuevo rol de conspirador, me cuestionó: ¿qué es conspirar? Hago un breve estudio de la palabra y encuentro que la etimología de €œconspirar€ deriva del latín conspirare que significa €œrespirar juntos€.

Quien conspira se une con otros para cambiar los aires que se respiran. Bolívar y Miranda lo hicieron, se unieron para respirar juntos y desestabilizar la mentira de la época. Fueron sin duda nuestros padres conspiradores. Se cansaron de la pestilencia que oprimía sus pechos y se rebelaron a ella.

Ellos lo hicieron con violencia; nosotros, doscientos años más tarde y habiendo aprendido de otro conspirador: Gandhi, lo haremos sin violencia.
Pero tenemos que hacerlo, unámonos en rebelión contra la mentira. Al menos, la conspiración es más lúcida que el bostezo.

La primera conspiración debe ser en contra de nuestro miedo. Rebelarnos ante él y desestabilizar la fuerza que ejerce sobre nosotros, para vencerlo.

El miedo, como la autoridad o el poder del Estado, es concedido por nosotros mismos. Si lo desafiamos y dominamos, lo desestabilizaremos y derrotaremos. Hay que desafiarlo.
Es importante destacar que en Venezuela, cuando se conspira contra los gases de Maduro, se conspira contra la podredumbre de la discriminación, la perversidad, el despotismo, la corrupción y contra la traición. Se conspira contra la inmoralidad usurpadora y contra el latrocinio.

Obviamente, la inmoralidad se defenderá y atacará a sus €œconspiradores€. Es lógico. Lo importante es seguir desafiándola, no ceder a los chantajes ni a las listas bobaliconas.
Es una obligación moral y patria conspirar. Debemos conspirar a cada respiro.

Entre la conspiración y el bostezo

Cuando Cristo conspiró contra los romanos hace dos mil años lo hizo consciente de que su conspiración cambiaría el curso de la historia de la humanidad. No tuvo temor a rebelarse ni a desestabilizar al gobierno de la época, lo acompañaba la verdad.

En Venezuela, dos siglos después, la oposición se puso a sacar pequeñas cuentas, no venció su propio miedo, no conspiró contra la mentira y traicionó la esperanza de todo un pueblo: se sumió en un largo bostezo. La más urgente y ética conspiración de este siglo (la humana, la moral, la espiritual) está gravemente herida.
Necesitamos -lo sabemos de sobra- curarla. Necesitamos un nuevo aire venezolano que surta libertad a nuestro ahogo. Conspiremosé, respiremos unidos. Que las listas de los execrados del madurismo crezcan, que se justifiquen las crucifixiones y los llantos. Somos mayoría.

Nada más honroso y enaltecedor que ser reconocido como un sacrílego de esta farsa. Mi palabra es mi primer acto conspirador. ¿Cuál es el tuyo?