La madame Luisa Ortega
€œTodos esos cadáveres que estaban muertos.€
Luisa Ortega Díaz
Primero prostitución, luego justicia
Una de las instituciones €œrevolucionarias€ que más nos había costado descifrar durante el tiempo de la peste histórica llamada chavismo era la Fiscalía General de la República.
Sus procederes y mañas, sus torpezas y vagabunderías, su inmoralidad y desvergí¼enza, es decir, su prostitución (entendida como la deshonra y venta de la autoridad por interés o adulación), nos resultaban tan escandalosas y fenomenales como incomprensibles.
¿De qué coño se trata esta nueva imputación, aquel disparatado juicio o tan descabelladas -por subliminales- pruebas?
Nadie entendía ni tenía explicación para tanta aberración, nadie terminaba de descifrar en qué consistía ese rosario de fechorías, testigos €œestrellas€, acusaciones lunáticas, juiciosos fabulosos o condenas inconcebibles. Nadie, ni el chavismo mismo.
Por doquier aparecían, eso sí, los abogados, los constituyentistas o los grandes doctorazos académicos para intentar razonarnos el despelote y el bochorno, pero era imposible, hacían su mejor y más candoroso esfuerzo, pero era imposible; verlos desgañitarse, jalarse la greñas por un razonamiento lógico, por un atisbo de sensatez, por una ilustración jurídica, siempre fue un penoso y conmovedor espectáculo.
No entendían -¿cómo habrían de hacerlo?- que con el chavismo primero es la prostitución y luego la justicia.
Créanme, no lo entendían; yo tampoco.