A Julio Rivas
E n Venezuela nos vamos quedando sin palabras. Uno tras otro, los actos de malandraje del Gobierno van minando nuestra entereza y, peor que nada, nuestro gentilicio. Hay rabia, mucha rabia, y crece cada día.
La rabia tiene su anatomía.
Una rabia íntima produce poesía, es individual y en el mejor de los casos inspira movimientos culturales. Si la rabia íntima se agrupa con otras y actúan en conjunto, generan movilización social y ánimo reivindicador, dan la batalla en la calle de manera inorgánica y, si se prefiere, volcánica. Recordemos las infinitas muestras de rabia agrupada que hemos dado en los últimos años: marchas, discursos, protestas, en fin, todo un abanico de rabias admitidas por los cánones civiles de la resistencia.