Metralleta un día de furia en Venezuela
Metralleta un día de furia en Venezuela

Metralleta un día de furia en Venezuela

¿Políticamente correcto?

Lo único relevante de escribir en estos tiempos de agonía y ruina es que uno lo puede hacer desde las entrañas, con estremecimiento y pasión, sin guardar posturas, sin utilizar disfraces.

Al menos yo así escribo. Guardo ciertos protocolos del lenguaje (pocos), decoro con algunas figuras literarias y me explayo. No colecciono ningún escrúpulo sobre lo que es €œpolíticamente correcto€ o €œmoralmente aceptable€ porque en Venezuela no hay política ni moral, la única política y moral  que nos queda es luchar de manera noviolenta por nuestra libertad y democracia.

Escribo con el sentimiento de quién ve como golpean, pisotean y violan a un ser querido: con furia, con muchísima furia, porque me afecta, irrita y abochorna, me duele muchísimo todo lo que el malandraje chavista le está haciendo a Venezuela. 

¿Y a ti?

 

 

Un día de furia (Falling down)

Escribo la palabra €œfuria€ e instantáneamente mi mente -rebuscada e inquisitiva- trae para sí las imágenes de aquel inquietante y perturbador film norteamericano €œUn día de furia€ (Falling down, 1993). ¿Lo recuerdan?

La historia narra un día en la vida William Foster (Michael Douglas) lleno de inconvenientes, vejámenes y frustración. En la medida que se va desarrollando la película crece la tensión y la furia en Foster quien, irritado y energúmeno, agarra un bate de béisbol, una metralleta y hasta una bazuca, y comienza a golpear y a disparar a diestra y siniestra. 

Eso es lo que provoca hacer todos los días en Venezuela desde que la peste chavista se adueño del poder y desabasteció, violentó, corrompió y envenenó a nuestra sociedad.

La diferencia radical con el chavismo

Sí, es lo que provoca, pero no lo haremos. Somos humanistas, creemos en los derechos humanos, los promovemos y reivindicamos, somos activistas convencidos de la noviolencia, pero coño, cuánto provoca agarrar -como en la ficción de Douglas- una metralleta y comenzar a disparar a diestra y siniestra para poner orden ante tanta perfidia y malandraje chavista. 

Insisto, no lo haremos, provoca pero no lo haremos jamás, eso es lo que nos diferencia radicalmente del chavismo y de su comandante embalsamado, Hugo Chávez, quien sí agarró varias veces su metralleta y sus tanques para acribillar a inocentes venezolanos desde el 4 de febrero de 1992 hasta la fecha.

 

Metralleta verbal  

Sin embargo, ya que no usamos ni usaremos nunca una ametralladora que cause daño físico a nadie, ¿por qué no lanzar una metralla de figuras literarias como desahogo ante tanta calamidad y crueldad? 

No es lo políticamente correcto ni lo moralmente aceptable, pero un escritor inconcluso como yo se puede dar el privilegio de escribir, desde la ficción, sus conmociones y furias.

Y no lo hago exclusivamente por mí, encarno un coro de arrechera venezolana que día a día vive sus adversidades y padece su ira, que día a día ante la seguidilla de vejaciones usa su metralleta verbal no sólo contra este régimen de delincuentes y despiadados asesinos, sino también -y merecidamente- contra un corralito de indolentes intelectualazos (un sector, no generalizo) y contra las mulas cansadas -¿sagradas?- de la Mesa de la Unidad (MUD), a quienes los €œeruditos€ sirven de cheerleaders (porristas, para que me entiendan).

 

Paréntesis para porristas

(Como notarán no guardo mucho los protocolos del lenguaje, cosa que irrita a las porristas -para que me entiendan: cheerleaders- eruditas venezolanas, porque hablo sucio, porque soy maluco y desprecio su indolencia y mediocridad, pero, sobre todo, porque le miento la madre públicamente -y con muchísimo sentimiento- a la lepra chavista que ha apestado Venezuela, que la ha arruinado). 

 

¿De qué coño hablan?

Aunque pareciera una herida sanada, no puedo dejar de referirme al despreciable -por poco compasivo y cantinflesco- documento de la MUD desentendiéndose de la protesta mundial convocada desde la cárcel por Leopoldo López y Daniel Ceballos. Lo debo hacer, es mi obligación ciudadana, mi manera de asemejarme -en ficción- a William Foster en su día de furia y lanzar mi fuetazo metafórico a tanta indolencia. No lo hago para recrudecer la pifia en el pasado, sino para que nos asista la coherencia y la sensibilidad en el futuro. 

Uno de los extravagantes argumentos esgrimidos por los creadores de ese esperpento fue que no apoyarían la protesta porque había sido convocada de manera €œinconsulta€.

 

¡Carajo, estos sí que se ganaron un premio Oscar a la desfachatez!

Como si López y Ceballos anduviesen de fiesta, como si no hubiesen padecido casi la mitad de su injusta y canallesca prisión confinados, en el más estricto y total aislamiento, marginados de sus esposas, hijos, padres y familia, en ocasiones hasta de sus abogados. Como si ambos líderes estuviesen gozando una bola y entre recreo y recreo debiesen llamar a las mulas cansadas, digo, sagradas de la MUD para echar vainita e inventarse, con su autorización claro, una protesta o una devastadora huelga de hambre.

Como dice el pueblo llano: ¿de qué coño hablan?

 

Latigazos de realidad

Nuestra ruina nacional no es una película, es una terrible historia que nos castiga con sus latigazos de realidad día tras día, a cada minuto, a cada instante.

La €œunidad€ no sólo puede ser electoral (que es fundamental) debe ser además realista, reivindicadora, movilizadora, liberadora, pero sobre todo consciente. 

La lucha contra la dictadura es en todos los frentes (sociales, intelectuales, culturales, políticos y electorales, en todos), existirán iniciativas ciudadanas o políticas aisladas e inconsultas, pero siempre y cuando sean noviolentas, reivindicadoras y justas hay que apoyarlas. 

Es una sociedad en pleno la que resiste y protesta, es una Venezuela que rechaza ser ultrajada y violada. Ni en mis peores ficciones puedo ni quiero pensar en una posible conchupancia con el régimen. No creo sinceramente que exista, creo en todo caso que fue un error humano, una vanidad, como todos cometemos.

Evitémoslo, la unidad exige más sensibilidad y coherencia.

 

Posdata sin municiones

Nos descorazona la huelga de hambre de nuestros hermanos Ceballos y López, y de esa cada día creciente cantidad de venezolanos que se suman a ella. 

Ojalá cesen. Los necesitamos vivos no sólo para lograr la tan ansiada libertad de nuestro país, sino especialmente para construir la mejor Venezuela.

Nosotros no somos la espiritual India ni el cívico Estados Unidos donde Gandhi y Luther King sensibilizaron y crearon conciencia con sus sacrificios; Venezuela es un estado regido por narcotraficantes, cuyo único negocio es secuestrar, envenenar y asesinar gente.

Me atrevo a proponer, angustiado y conmovido, que nos unamos -y movilicemos- en una gran marcha nacional que le pida a nuestros líderes que cesen la huelga.

A la dictadura le atemoriza más la movilización que la huelga. No tienen suficientes metralletas para acribillar a una Venezuela movilizada. Los militares no dispararán contra sus propios hijos.

Y sus hijos están en la calle movilizados y protestando.