Discípulas del guasón
Una mundialmente celebrada diseñadora de moda venezolana fue quien me hizo observar el fenómeno cuando la cuestioné sobre el porqué no empleaba bellezas venezolanas en sus presentaciones de alta moda. Me comentó que sí había compatriotas en sus desfiles, pero pocas, sólo las naturales, por una enigmática razón la bellísima mujer venezolana se empeñaba en afearse con cirugías, bótox, implantes labiales y toda suerte de artilugios que con el tiempo las convertía en discípulas del guasón.
La belleza –como la elegancia– no es postiza, no se estandariza, es impar, mientras más natural y singular más universal y eterna.
En el tepuy la fealdad quedó encumbrada.
La estética y la política
Le cedo la palabra al brillante Erik Del Bufalo: “La estética y la política son las formas más exteriores de un modo de vida, de un tipo humano. Por ello, son aquéllas las formas donde más patente es la degradación; pero la degradación misma es invisible: ocurre en el espíritu. Invisible como el alma, pero enorme como un tepuy”. Y la degradación espiritual deviene del desprecio de la ética y de la razón. Exactamente la irracionalidad que vimos en Kusari.
La civilización se ha edificado en gran medida por la estética y la política y cuando éstas se degradan obtenemos barbarie, como en la Venezuela chavista.
En el tepuy la barbarie cagó su cinismo.
La baja sociedad
Mucho se ha escrito sobre la patética fiesta en Kusari. Falta algo: la decadencia estética marcada por una vejez monstruosa: mal gusto, bótox, cirugías, smoking y coloridos disfraces de un circo macabro. En ella, la podredumbre chavista y su hedionda revolución socialista mostraron su mueca más tétrica, la de la corrupción celebrada y sonreída por una decrépita sociedad venida a menos, lastimera y regordeta, que intenta esconder su degradación moral con cirugías, bótox e implantes, pero no puede. Imposible.
Niños mueren de hambre. Niños mueren en protestas. Niños mueren asesinados en altamar huyendo del país. Niños mueren enfermos. Niños mueren…
En el tepuy la vergonzosa baja sociedad jaló bola a uno de los culpables.
El viejo verde
Un degradado Osmel Sousa, a quien no niego haber admirado y apreciado en su momento, quien hoy física y espiritualmente representa la decadencia que el chavismo causó en nuestra sociedad, quien para sobrevivir se dedicó a ofrecer niñas a corruptos y degenerados chavistas y quien acogió como suyo al hijo de uno de los mayores ladrones de la historia del país (tuerto Andrade), descaradamente dice que si lo vuelven a invitar él va. No es capaz de ver su propio hundimiento.
Pregunto: ¿cuál de los niños en “smoking” fue quien dio calor, abrigo y compañía al zar en la carpa? ¿Quién desarropó su Dolce Gabanna y abrazo la flácida verde vejez?
En el tepuy la depravación –en smoking– no será olvidada.
La party mortal
Cada chavista corrupto tiene su socio y testaferro. Bueno, Diosdi Cabello, Jorge Rodríguez y Pedro Carreño tienen varios. En especial, Diosdi que es un asaltante de siete cueros. Su esposa, Marleny Contreras, por su puesto también tiene el suyo y es Rafael Oliveros (organizador de la party). En la pudrición corrupta del chavismo no se salva nadie. Todos sin excepción son ladrones, por ellos nuestros niños mueren de hambre, enfermos, huyendo o protestando. Celebrar a un chavista es celebrar a los asesinos de nuestra nación.
¿Por qué gente educada, formada por familias decentes, sin necesidad económica, se humillan de semejante manera? ¿Qué les pasó? ¿No sienten vergüenza con sus hijos?
En el tepuy –tristemente– el asesinato de Venezuela fue festejado.