Diosdi, ¿por qué me has abandonado?
Diosdi, ¿por qué me has abandonado?

Diosdi, ¿por qué me has abandonado?

El cochinito

Por alguna razón metafísica que no logro comprender, el cochinito que solía fastidiar de niño en la hacienda de mis abuelos se llamaba Diosdi. He comentado en otras entregas que no me enorgullezco de mi crueldad, que me arrepiento de haber atizado con saña a la criatura de Dios, que se trataba de una patología insensata que no podía controlar, que una fuerza irresistible me obligaba a pinchar hasta los gritos al animal y que ninguna terapia fue efectiva para aliviar mis culpas.

Parte de la patología y de la culpa me hace ver cochinitos Diosdis por todos lados, incluso en el régimen corrupto chavista. No puedo evitarlo.

¿A ti también te pasa?

La extravagancia

Sé que al sátrapa asesino Hugo Chávez le sucedía lo mismo. Él también tenía a su cochinito Diosdi a quien insultaba, agredía, molestaba, atormentaba, clavaba dagas, señalaba de corrupto públicamente, humillaba, excluía y un sinfín de calamidades y maltratos que, pese a que me divertían (no lo niego), estimulaban mi maniática obsesión y me hacían perder la compostura de activista noviolento. Mi maestro, el Mahatma Gandhi se avergonzaría de mí. Lo sé.

Es penoso, muy penoso, inaceptable, degradante, haber compartido con el sátrapa semejante extravagancia: joder al cochinito. Lo reconozco, me apoca.

¿Por eso me perseguirán los Diosdis?

La primicia

No los engaño, me es muy difícil contener esa rareza psicológica que tengo por agredir cochinitos. Imagino que el afán me hizo realizar el documental “Chavismo: la peste del siglo XXI” y ahora, primicia mundial, a realizar su postdata: “La peste chavista”. Serie documental para redes sociales que servirá de museo del Holocausto de la fatalidad venezolana desde que llegó al poder ese cochinito cruel llamado Hugo Chávez y su manada de cochinitos.

El cochinito Diosdi, inspiración tenaz de mi infancia para maltratar a cerdos que retozan en la mierda, sigue presente y me obliga hasta a hacer documentales para hacerlos chillar.

¿Me acusarán de maltrato a animales?

El origen

Hace pocos días inicié una suerte de campaña de intriga –¿intriga?– por mi cuenta de Instagram @tovarroyo mostrando la carátula de uno de los micro documentales de la serie. Se llama “Chávez: el origen de la peste”. Sabía que traería consecuencias y retaliaciones, los cochinitos suelen salpicar su estiércol mientras juguetean en su inmundicia, son muy predecibles. Obvio: decenas de divertidísimos insultos por twitter, Instagram y Facebook. Chillido, gruñidos, oinc, oinc.

La irrefrenable patología por herir cochinitos es insalvable en mí, no tengo remedio, soy caso de estudio médico, de investigación en la Organización de la Salud.

¿Alguna recomendación para curarme?

El gringo

Lo que no supuse…, en el entendido de que aún no he presentado la serie ni se conoce ninguno de sus capítulos, fue que me amenazarían de muerte –otra vez– en México. Obviamente, la transnacional criminal chavista tiene su presencia expandida por el mundo, pero amenazarme sabiendo que ahora soy ciudadano americano y que mi gobierno, los Estados Unidos de América, al igual que el gobierno mexicano, velarán por mi integridad y la de mi familia fue un craso error de cochinitos, perseguidos mundialmente por corruptos y criminales de lesa humanidad.

Diosdi –el cochinito de la infancia– no se ha pronunciado, ya lo hará. Cuando vea los capítulos de la serie gruñirá como en aquellos tiempos. Me divertiré como el sátrapa lo hacía.

Preguntaré: Diosdi, ¿por qué me has abandonado?