¿Abrazarnos o mordernos?
¿Abrazarnos o mordernos?

¿Abrazarnos o mordernos?

Los náufragos del maremoto chavista

Permítanme una metáfora oceánica. Creo que es la que mejor explica nuestra situación actual.
Los venezolanos hemos sido alcanzados por un maremoto político. Jamás un ciclón ideológico tan despelotado, ruinoso y apocalíptico habría revolcado ningún país -que no estuviera en guerra- como lo hizo el tsunami chavista con Venezuela.
Nuestra nave -como nación- no sólo chocó contra un iceberg como el Titanic, no, lo nuestro fue infinitamente peor, chocamos, encallamos, nos volteamos, nos sacudió una ola gigantesca, llovió copiosamente, tronó y centelló, todos los huracanes se vaciaron sobre nosotros al mismo tiempo, y estallamos en mil pedazos, saltamos despavoridos a las aguas turbulentas de la realidad (¡sálvese quien pueda!), nadamos con desesperación y al final algunos logramos llegar acalambrados y ateridos, imbuidos en el pánico, a la orilla.
Y ahí -a la orilla- llegamos descosidos, en harapos, desconcertados y exhaustos, náufragos, todavía sin entender muy bien lo que nos ha sucedido, más bien sin entender un carajo.
Somos náufragos, todos.

¿Abrazarnos o mordernos?

No puedo ocultar mi decepción y desconcierto con aquellos €œopositores€ (pertenecientes a la facción de los lunáticos) que después de todo lo que hemos padecido, de nuestros sufrimientos y agonías compartidas, todavía sean capaces de llegar a la orilla en la que nos encontramos y en vez de abrazarse como náufragos sobrevivientes de la misma calamidad, insospechadamente se dediquen a escupir, ahorcar y hasta morder a sus similares, acusándolos demencialmente de males que son exclusivamente imputables al chavismo, no nuestros.
¿Por qué coño somos así? ¿Qué nos pasa? ¿Vamos a seguir mordiéndonos unos a otros hasta derivar en una sociedad caníbal? ¿Eso queremos? Semejante actitud no es sólo decepcionante, es repugnante.
¿Nos abrazamos o nos mordemos? ¿Fortalecemos la unión o nos resignamos a la barbarie? He sido crítico, mordaz, sátiro cada vez que he podido, pero en circunstancias tales como las que estamos viviendo sólo cabe la fuerza de la unidad. Sólo ella. Yo lo entiendo y lo asumo. ¿Y tú?
Nuestra situación es delicadísima, tengamos compasión de nosotros mismos como sociedad, acusemos con vehemencia a los únicos responsables de nuestra catástrofe: los chavistas, y unamos esfuerzos, criterios, abrazos, para compactarnos como poder forjador de cambios.
Unidos somos infranqueables e invencibles. No nos mordamos, no más, por favor.

La semblanza de nuestra desesperación

En este caos, pese a las diferencias y contradicciones que tengamos como náufragos de la misma nave hundida, que milagrosamente se reencuentran en la orilla, si no luchamos unidos por liberar a Venezuela del calamitoso chavismo, la semblanza de nuestra desesperación durará todo el siglo y probablemente jamás nos recuperemos.
Seamos críticos, sí, pero más que críticos permanezcamos conscientes, muy conscientes, de los abrumadores desafíos que enfrentaremos para sanar el corrompido y apestado tejido social que nos legó el rencor de Hugo Chávez.
Porque hay reconocer que no sólo estamos náufragos, estamos enfermos, carcomidos y desvencijados, rasgada nuestra piel y perturbado nuestro espíritu, tanta calamidad junta en un solo instante de nuestra historia exige de nuestra parte la más elevada venezolanidad posible para sobrellevar las carencias y los turbaciones, una venezolanidad que nos reúna sin mezquindad ni desconfianza.
Sé que en ocasiones he sido severísimo con mis críticas, pero no ahora, ahora soy otro náufrago, necesito reposar mi cansancio en tu pecho para seguir, sostenerme a tié, ven, abrázame, abracémonos, socorrámonos el uno al otro, hundámonos en un largo e inolvidable abrazo, lo que viene, si no lo arrostramos absolutamente unidos no podremos superarlo, la fuerza es la unión.
Y hay que seguir, nos espera el tránsito más rudo hacia la nueva Venezuela.

La morfología de la hermandad

Henrique Capriles fue a visitar a la cárcel a Leopoldo López (su acérrimo competidor político) el mismísimo día de su cumpleaños para entregarle como regalo la planilla que activa el Referendo Revocatorio con el objeto de que la firmara, gesto a un tiempo gentil y honorable, que exalta a Capriles y que aplaudimos de pie los náufragos.
Esa es Venezuela, eso somos los venezolanos (no chavistas). Ese es el país que debemos recuperar y reivindicar, el país de la nobleza y el interés común. El país que después del espantoso naufragio sufrido se abraza -no se muerde- en la orilla y decide trabajar cohesionado. El país cuya más excelsa morfología es la hermandad.
¿La sientes? Está en ti, está en Leopoldo y Henrique unidos, está en nosotros. Abrazados y cohesionados somos una nación; abrazados y cohesionados somos la bella palabra Venezuela.
Es la hora de luchar, juntos. Sí, juntos.
¿Lo haremos?