Mes: <span>marzo 2016</span>
Mes: marzo 2016

El Maduro que hay en ti

El bobo catastrófico

Peor que el ridículo que protagonizó Nicolás Maduro -y su penoso premio de consolación-  con la visita del presidente Barack Obama a Cuba, es el ridículo que estamos protagonizando los venezolanos manteniendo en el poder a esa vergí¼enza humana, a ese bobalicón de siete suelas, a ese traidor que Chávez nos legó como sucesor.

Cada día que Nicolás pasa en el poder es un día de apocamiento para ti y para mí, para nosotros, como venezolanos. Somos menos, nos devaluamos como nación mientras el €œbobo catastrófico€ rija nuestro destino. Con él en el poder, chavistas y humanistas, todos juntos, unidos, somos algo menos que nada.

Sí, con él en el poder, Venezuelaé, los venezolanos somos nada.

Presos pero libres

Nosotros

Pese a mi instinto de poeta (fugaz) y la necesidad de escribir desde lo íntimo, he decidido saltar a la primera personal del plural: €œnosotros€, motivado por las conmovedoras palabras de Lilian Tintori en la presentación en Madrid del libro Preso pero libre escrito por su esposo Leopoldo López tras las rejas militares de Ramo Verde, que a todas luces no han podido encarcelar su alma, ni la encarcelarán.

A partir de esta entrega -y hasta que alcancemos la libertad- soy el que me lee y quien conmigo escribe a coro todas las semanas, soy Leopoldo López y todos los presos políticos y sociales. Soy un desabastecido y todo el que hurga por comida. Soy el enfermo que no encuentra medicina y también el que pierde su vida en miserables colas. Soy la víctima de la delincuencia, el torturado y el hermano en el exilio. Soy el hombre incendiado vivo y el masacrado en Tumeremo por el chavismo.

Soyé, somos los encarcelados por la dictadura chavista. Sí, soy un €œnosotros€ monumental que pese a la crueldad y el desprecio chavista permanecemos indoblegables, libres.

Nosotros somos los presos libres.

Venezuela en llamasé

Los gritos enterrados en Berlín

Camino por un Berlín reinventado. Esto no es lo que fue un día ni lo será jamás.

Me posee una extraña sensación que no había experimentado en mis anteriores visitas: me aturden gritos roncos, lamentos soterrados, agonías. Las escucho por todas partes. Veo gente aterrorizada, aturdida por los bombardeos, abrigándose y resguardando a sus hijos de un histérico salpicar de plomo, de fuego y de concreto. Los veo correr, guarnecerse entre ruinas, escudriñar una mirada entre boquetes de escombros y de sangre. Estas memorias no son mías pero me sujetan mientras ando, muerden mis pasos extraviados. Estoy a punto de un desmayo.

¿Qué me pasa?

 

Profecía del dolor

La vida le clava a uno puñaladas que se arraigan, que no se esfuman. Su dolor permanece intacto, está ahí punzando, cacheteándonos en momentos de recreo y distracción, repasando nuestra vulnerabilidad.

Cuando el chavismo asesino a mi amigo Jesús Capote en la marcha del 11 de abril de 2002 por empinar alto la bandera venezolana y gritar corajudamente: €œ¡Ni un paso atrás! ¡Queremos libertad!€, entendí el terrible término jurídico €œlesa humanidad€ (herir a seres humanos por pensar o Ser distintos). La comprensión fue una puñalada de realidad, una premonición del dolor que se avecinaba.

Una infame muerte por razones de antagonismo político me condujo entonces a la lectura de un texto formidable: el Estatuto de Roma, que nos alarma a detalle cuando una sociedad será sometida a una atrocidad inhumana, a una dictadura ruinosa y exterminadora. Un texto que compendia millones de lamentos de sufrimiento humano e intenta prevenirlo. Un texto que sirve como profecía del dolor.

Nuestro dolor.

El fin de la €œnarcocracia€ chavista

Zigzaguear para escribir sobre la oposición

Me acerco a este artículo como quien se arrima a una fiera malherida. Lo zigzagueo y amago mientras me aproximo a él, hago rodeos para evadirlo porque entiendo su dificultad, me levanto, lo pienso, volteo a los lados, lo vuelvo a pensar, pero sé que lo tengo que escribir.

Y lo haré, es necesario.

Alguien les tiene que llamar la atención -para que reflexionen, para que vuelvan en sí- y no sigan anidados en el pánico o en el llanto. Al menos no ahora. Entiendo que no es el mejor momento para empujones, pero sólo la conciencia crítica libera, a ella me sujeto en esta reflexión en voz alta.

Espero la entiendan.