Para bien o para mal
La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) es imperfecta porque es humana, y siendo además una creación política venezolana ?demasiadísimo humana- es más imperfecta aún.
He sido su crítico, en el pasado incluso me he mofado de algunos de sus integrantes a quienes llamé €œmulas cansadas€ o €œvacas sagradas€ por sus prácticas cogolléricas y enchufadas, reminiscencias nefastas de aquellas prácticas políticas que trajeron la peste chavista al poder y que a todas luces, por repetirlas, le dan permanencia.
También he mandado empujones al lagañoso cuerpo de porristas (cheerleaders) que celebra y vivifica a la MUD desde una colina alucinada llena de nostalgias y prejuicios porque se comportan, más que como intelectuales, como €œdoñas histéricas€. Si la gente protesta en la calle y reclama derechos, si levanta la voz o insulta (habla sucio, feo, muy feo), las doñas se ofuscan, despelucan, chillan. A pesar de su histeria, las doñas son necesarias porque sus alaridos también aturden al chavismo, no mucho (no las toman muy en cuenta), pero lo hacen.
Hemos dicho esto o aquello sobre la MUD como ciudadanos críticos con un único fin: que cambie, que mejore, que se renueve, porque a fin de cuentas -para bien o para mal- nos representa y dirige.
Los resultados indican que su balance hasta ahora ha sido negativo -más para mal que para bien- pero puede cambiar.
¿Cambiará?