Mes: <span>octubre 2015</span>
Mes: octubre 2015

¿Perdonar?

Venezuela, en el corazón tatuada

Juan José Rendón (JJ) y yo hemos hilvanado una hermandad tejida sobre angustias, complicidades, rebeldías, visiones compartidas, pero sobre todo por una irreductible pasión por la libertad.

Venezuela es el vientre que nos hermana. A ella debemos nuestros mayores fervores y nuestros más desgarrados desvelos. Por ella existimos; para ella vivimos.

No hay destino sin ella. Ambos seríamos un par de extraviados errantes si nuestro corazón no tuviese tatuada la indeleble palabra €œVenezuela€.

Nuestros latidos llevan su nombre, la pronuncian.

 

El fiscal Nieves y la perla negra de una nación

Yo sé de mil calles y todas llevan al mismo lugar.

Yordano

 

Está muy marcado el ambiente

Será un artículo conmovido, pero también un artículo convencido. Vienen batallas muy rudas ?ya se enterarán- y estamos preparándonos para darlas. Así como Leopoldo López ha desafiado, desenmascarado y vencido moralmente al régimen, muchos de nosotros nos sentimos comprometidos a hacerlo.

Y lo estamos haciendo, y lo seguiremos haciendo: el destino último es la libertad. No existe dictadura capaz, con sus luces de neón y metal, de enterrar los sueños de una nación.

Venezuela, ese país que somos tú y yoé nosotros, vale el sacrificio. No tengo la más mínima duda, la lepra chavista y su peste histórica llegan a su fin. Un fin que hemos alcanzado -literalmente- con sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas.

Muchas lágrimas.

 

La Unidad (en mayúsculas)

Para bien o para mal

La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) es imperfecta porque es humana, y siendo además una creación política venezolana ?demasiadísimo humana- es más imperfecta aún.

He sido su crítico, en el pasado incluso me he mofado de algunos de sus integrantes a quienes llamé €œmulas cansadas€ o €œvacas sagradas€ por sus prácticas cogolléricas y enchufadas, reminiscencias nefastas de aquellas prácticas políticas que trajeron la peste chavista al poder y que a todas luces, por repetirlas, le dan permanencia.

También he mandado empujones al lagañoso cuerpo de porristas (cheerleaders) que celebra y vivifica a la MUD desde una colina alucinada llena de nostalgias y prejuicios porque se comportan, más que como intelectuales, como €œdoñas histéricas€. Si la gente protesta en la calle y reclama derechos, si levanta la voz o insulta (habla sucio, feo, muy feo), las doñas se ofuscan, despelucan, chillan. A pesar de su histeria, las doñas son necesarias porque sus alaridos también aturden al chavismo, no mucho (no las toman muy en cuenta), pero lo hacen.

Hemos dicho esto o aquello sobre la MUD como ciudadanos críticos con un único fin: que cambie, que mejore, que se renueve, porque a fin de cuentas -para bien o para mal- nos representa y dirige.

Los resultados indican que su balance hasta ahora ha sido negativo -más para mal que para bien- pero puede cambiar.

¿Cambiará?

 

La política, la antipolítica y túé

La política

La política es un sueño. Sí, en su estado ideal, quien hace política ?el político- es un soñador. Sueña un país, un estado, un municipio; sueña una sociedad y a la patria.

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El político comparte su sueño con otras personas e intenta ganar sus voluntades, si lo logra organiza con ellas los sueños comunes, crea una organización política -partidos políticos- y se postula para lograr una representación de poder (político) que le permitirá lograr que sus sueños se hagan realidad.

El principal capital que tiene un político es un sueño de país compartido y organizado con miles de personas. Si la gente se siente identificada con el sueño, aunque no esté organizada en un partido político, es capaz de movilizarse para hacer realidad ese sueño.

El sueño político de toda Venezuela hoy en día es la libertad.

Un puñal en el corazón de Venezuela

Expresarse en el apocalipsis

Nuestra nación ?desde que nos apestó la lepra chavista- se ha convertido en una larga y desordenada fila de mendigos que suplican un día papel higiénico, otro día medicina, todos los días libertad.

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Signo ineludible de nuestro caos es ese rumor permanente que enmaraña quejas, lamentos y mentadas de madre en una gritería social a un tiempo ensordecedora e histérica.

Es difícil pronunciarse en medio de tanto estrépito lacrimoso; por una parte por la asfixia personal y la falta de aire; y por la otra, por la algarabía y el estruendo.

Para decir algo, para manifestar nuestra angustia, uno va abriéndose paso en la algarabía entre empujones, codazos, rasguños y mordiscos.

Sólo gritando con brío nos escuchamos.