Mes: <span>febrero 2015</span>
Mes: febrero 2015

Gustavo Tovar-Arroyo: Disparo a la cabeza (Bis)

Estamos claros

Tú y yo estamos claros. Otros no lo están tanto, pero tú y yo sí. También están claros María Corina, Leopoldo, Ledezma, los corajudos estudiantes y muchos otros venezolanos que no se han doblegado ni lo harán.

Sabemos que enfrentamos una dictadura patética (como patético su bufo dictador: Nicolás), pero dictadura al fin y al cabo con todas las calamidades y desgracias que conlleva. Sabemos que para derrotarla debemos usar todas las formas de lucha noviolenta posibles: movilizaciones, huelgas, marchas, elecciones (que exigen condiciones y reivindican resultados), afrentas públicas, ocupación de los poderes públicos y un largo etcétera de rabia organizada y desafiante hasta el finalé, hasta la libertad.

Sabemos que los chavistas apuntan y disparan a la cabeza, sabemos que quieren linchar nuestros sueños e ideas.

Pero también tú y yo sabemos que no tenemos miedo y que vamos a seguir hasta vencer.

Estamos claros.

 

Una antorcha humana: Antonio Ledezma

€œLa poesía cruza la tierra sola,
apoya su voz en el dolor del mundo
y nada pide
ni siquiera palabras€

Eugenio Montejo (La poesía)

  

Los incesantes puntos suspensivos

Escribir es difícil, muy difícil. Nadie, sólo el escritor, puede saber cuánto. Hacerlo además ante tanta adversidad y mortificación es casi heroico. Imagínenselo, sólo imagínenselo.

«Asesinan a unos estudiantes en Mérida€: buscar la palabra que amontone la rabia, el dolor,  la desgarradura; €œaíslan y torturan a Leopoldo López por una llamada telefónica€: barrer los escombros emocionales que produce la arbitrariedad y responder pronunciando un adjetivo; €œencarcelan con desproporcionada ferocidad al entrañable Antonio Ledezma€: intentar construir una oración cuyo sujeto es un maestro, cuyo verbo es una consternación, cuyo predicado es una larga fila de incesantes -y cada día más rabiosos- puntos suspensivos.

 Escribir en estos tiempos es como marchar en medio del frenesí de una guerra, andar mientras van asesinando, encarcelando o secuestrando a nuestros hermanos de lucha, y ver la sangre y ver los barrotes que intentan encarcelar principios e ideales para buscar una coma o un punto seguido que nos permita recuperar el aire al menos por un instante.

 Escribir en Venezuela es un revoltijo de signos de interrogación y exclamación que se yuxtaponen y empujan entre sí, eventualmente no sólo se yuxtaponen y empujan, también se agarran por el cuello y se ahorcan, se asfixian.

 Pero no importa, seguiremos escribiendo porque nuestros sujetos, nuestros verbos y predicados, nuestros puntos suspensivos, comas, signos de exclamación e interrogación llevan un hondísimo sentimiento: esa bella e inabarcable palabra que es Venezuela.

Sí, Venezuela

Cincuenta sombras de Chávez

€œCuando fui ministro, en 2010, pude constatar 

cómo Chávez lo amaba (a Maduro)€

Francisco Ameliach

 

La pasión por el sarcasmo

No puedo evitarlo, ya me conocen, cada que vez que la dictadura boba de Maduro arremete contra mí una incontenible fuerza interior me incendia las vísceras y me motiva a lanzar llamaradas verbales.

Me es fácil, lo confieso, no tengo que desempolvar estremecimientos ni ardores, no tengo que desenterrar en las diferentes capas de mi reflexión un puntiagudo criterio o un análisis, los relámpagos los tengo a flor de piel, brotan solos y sin remedio. 

Debo reconocerlo me posee una insubordinada pasión por el sarcasmo, que chispea y quema, que se entretiene -cruelmente- causándole refinado malestar a los sádicos.

Frente a la oscura perversión chavista resplandecen los lacerantes oficios de mi libertad.

Y escribo.

Lilian o el amor que no se rinde

€œMe hirieron, me golpearon
y hasta me dieron la muerte,
¡pero jamás me doblaron!€

Rafael Alberti

Quizá uno de los hechos más oprobiosos y miserables de nuestra historia política contemporánea lo representa el injusto y absurdo encarcelamiento de Leopoldo López.

Hemos presenciado en tiempo real las más delirantes acusaciones y las más perversas prácticas que la justicia puede ofrecer a una persona. El racimo de violaciones de derechos humanos que ha sufrido Leopoldo ensanchan las páginas más penosas de la historia universal de la infamia.

Habiendo sido encarcelado lunática e injustamente por razones €œsubliminales€ (es lo que argumentó la fiscalía para acusarlo), sin haber sido juzgado ni sentenciado, se le ha dado un trato que ni en las oprobiosas cárceles de Guantánamo conocían.

Es absolutamente descabellado el proceso, ni Kafka lo habría imaginado.

Lo que hemos presenciado y que ha llamado unívocamente la atención pública internacional es a todas luces tan grotesco e inusual que no sólo causa indignación y rechazo, produce en muchos un sentimiento de desesperanza y desánimo difícil de sobrellevar.

Algunos han perdido la fuerza y la fe por tan miserable hecho, incluso hay quienes han bajado la guardia y hasta se han rendido por la frustración.

Algunos, pero no todos, no ella: Lilian. Ella lucha sin cansancio, su amor no se rinde.