El dilema del voto el 8 de diciembre
Crisis existencial del voto
He decidido escribir esta larguísima exhortación después de haber realizado una irregular y poco representativa encuesta entre jóvenes universitarios -no chavistas- sobre su opción de votar o de abstenerse el próximo 8 de diciembre.
El resultado es alarmante no sólo porque muestra los niveles de desesperanza y frustración que vive el país, sino además por la confusión que gira alrededor del tema de votar o de no hacerlo.
Pregunté a 146 personas jóvenes de varias regiones del país si votarían el 8 de diciembre y tan sólo 14 de ellos me aseguraron que lo harían (un 10%); 10 me respondieron que probablemente (7%); y el resto 122 (el 83%) me aseguraron que no lo harían. La abstención tristemente vuelve a triunfar.
Los diferentes argumentos que esgrimen para abstenerse de votar sin ninguna duda son válidos, el más recurrente es la inutilidad del voto debido al fraude.
Este fenómeno, harto conocido entre jóvenes durante los tiempos de la cuarta república, que había cambiado después del surgimiento del movimiento estudiantil y de la volcánica movilización nacional de jóvenes por el rescate de la libertad durante el 2007, vuelve a surgir en nuestro escenario político después de la insospechada capitulación de Henrique Capriles y los directivos de la mesa de la unidad (MUD) el pasado abril.
La desesperanza volvió y la justificada desconfianza por el voto se ha impuesto. Desesperanza y desconfianza que además han sido acusadas estúpidamente -ahora entiendo el fracaso intelectual de la cuarta república- por articulistas de opinión y políticos como de €œchavistas€, indolentes, cómplices, y otra retahíla de pendejadas que no enumeraré.
En vez de acusar a quienes claudicaron, a quienes no lo lucharon por reivindicar la victoria y que ahora -con cierto tufo de incoherencia-invitan a €œsalvar al país€ votando, los políticos y las histéricas doñas sabihondas de la cuarta república acusan y hasta culpan al desesperanzado y frustrado elector por no hacerlo.
Yo no los acuso, yo entiendo y comparto completamente su frustración y su arrechera. Soy parte de ella. Sin embargo, en medio de los gritos y empujones, en medio de las ofensas y las acusaciones, les escribo -a quienes se abstienen de votar- esta larguísima sugerencia para que cambien de opinión y voten.
Me explico.