El patético hijo de Nicolás
Severidad y fiereza
Cuando emprendo mis entregas semanales pienso en Miranda y en Bolívar, especialmente en este último.
¿Cómo habría arrostrado el Libertador un tiempo tan absurdo y delirante como el nuestro? Pienso que lo habría hecho con severidad. Mucha severidad y fiereza.
Escribir mis destemplanzas cada semana se ha convertido para mí en un acto severo y fiero, un sacramento de arrechera en el que solemnizo a Bolívar y a Miranda y esparzo la irritación del venezolano en contra de esta manada de locos que hoy atrozmente nos rigen. Sin sutilezas. ¿Para qué?
La crítica es el arma que nos queda a los que no hacemos vida política, a los que abominamos estos escandalosos niveles de desvarío en Venezuela.
Todo el país está asqueado. Diga lo que diga Luis Vicente León u Oscar Schemmel y sus sospechosos (por maquillados) disparates, estamos asqueados. Todos.